Pensaba que la espiaban. Vivía en Berlín Occidental y todavía un gran muro dividía a Alemania. Era la primavera de 1984 y la autora canadiense Margaret Atwood comenzó a redactar a mano una novela que llamó El cuento de la criada. Luego la transcribía a una máquina de escribir arrendada.
Ese mismo año regresó a Canadá. Al comienzo dudó si sus lectores se interesarían en su invención: una distopía donde Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, pasaba de ser una democracia liberal a una dictadura teocrática. El sometimiento cae sobre las mujeres. Se suprimen sus derechos y solo deben estar dispuestas para procrear.
La semana pasada, Margaret Atwood, de 77 años, regresó a Alemania. Fue una de las figuras centrales de la Feria del Libro de Frankfurt que tuvo a Francia como país invitado. Además, la novelista y activista política el domingo recibió, al cierre de la mayor feria comercial de libros del mundo, el prestigioso Premio de la Paz de los Libreros Alemanes.
"Es un raro tiempo histórico en el que el suelo bajo nuestros pies, que hasta hace poco parecía bastante estable, se tambalea, un poderoso viento sopla y no sabemos ya exactamente dónde estamos", dijo Atwood, quien recibió el galardón en una ceremonia en la Iglesia de San Pablo (Paulskirche) de Frankfurt, a la que asistieron representantes de la cultura, la sociedad y la política alemana.
"Tampoco sabemos exactamente quiénes somos, a quién pertenece la cara en el espejo", agregó con sus poéticas palabras la narradora que obtuvo por su novela El asesino ciego el Premio Booker 2000 y por su obra el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008. En estas últimas semanas su nombre volvió a estar entre los favoritos para obtener el Premio Nobel de Literatura. Finalmente la Academia Sueca optó por el autor británico Kazuo Ishiguro.
Sin embargo, han sido semanas intensas para Margaret Atwood ante el éxito alcanzado por la saga televisiva inspirada en su más reconocido libro: El cuento de la criada. Considerada una de las mejores series del año, en la última entrega de los Premios Emmy, la saga protagonizada por Elisabeth Moss y emitida por HBO, alcanzó cinco galardones, incluyendo a Mejor Serie Dramática. Una segunda temporada se estrenará en 2018.
Atwood no dudó en asistir en septiembre pasado a Los Angeles a la ceremonia de premiación de los Emmy. Anuciados por la conductora Oprah Winfrey, la escritora junto al creador del filme Bruce Miller, se subió al escenario a recibir la estatuilla y los aplausos.
"El control de las mujeres y sus descendientes ha sido la piedra de toque de todo régimen represivo de este planeta", escribe Atwood en un prólogo incluido en la nueva edición de El cuento de la criada, que ahora distribuye el sello Salamandra.
Amenazas diarias
A inicios de año, Margaret Atwood obtuvo el premio a la trayectoria del National Book Critics Circle de Estados Unidos. Durante la ceremonia de entrega, la escritora más conocida de Canadá comentó: "Estoy muy, muy feliz de estar aquí, porque me dejaron cruzar la frontera".
Comprometida con los derechos de las mujeres, Atwood recordó en Frankfurt que hasta hace muy poco, "apenas ayer", el mundo se llenaba de buenas intenciones. Hoy el panorama es otro. "Se viven tiempos de rabia y amenazas… Esa cripta se creía hasta ahora cerrada, pero alguien tenía las llaves y ha abierto la cámara prohibida", afirmó antes de preguntarse "qué monstruo saldrá ahora de allí". Y cuando quiso citar ejemplos de evolución negativa del mundo, la autora de El año del diluvio recordó la llegada de Trump a la Presidencia de EEUU. También se refirió a las elecciones en Alemania, donde un partido ultraderechista se situó como tercera fuerza parlamentaria.
"Cada país y cada persona tiene un yo noble, con el que le gustaría comportarse, otro yo cotidiano -con el que resuelve los problemas de la vida diaria- y un yo escondido y mucho menos virtuoso que en momentos de amenaza y rabia sale y puede hacer cosas indecibles", señaló la autora, quien se inscribe en una destacada lista de creadores que desde 1950 han recibido el Premio de la Paz. Entre ellos se encuentran Susan Sontag, Mario Vargas Llosa, Orhan Pamuk, David Grossman y Svetlana Aleksiévich.
En su discurso, para hablar de la actualidad, citó una fábula que recordaba su infancia en los bosques canadienses. "Es un momento en que los conejos en el campo elevan las orejas porque el cazador ha entrado en escena. Y entonces llega un lobo por el camino que les dice: 'Conejos, necesitan un fuerte líder, yo soy el adecuado'", dijo. "Yo les crearé, como por arte de magia, un mundo perfecto en el que los helados crecerán en los árboles, pero para ello primero tenemos que eliminar la sociedad civil y abandonar las reglas aceptadas", añadió en alusión a Trump.
El cuento acaba cuando los conejos, que por "miedo" siguen al lobo, se dan cuenta de que este quiere comérselos, pero "ya es demasiado tarde". A su juicio, el objetivo es "aparentemente hacer retroceder las manecillas del reloj, preferiblemente hasta el siglo XIX". Ante este panorama, dijo, los ciudadanos deben preguntarse "en qué mundo" quieren vivir.