Tras su salida oficial de Canal 13, el director y productor de televisión, Sergio Nakasone, conversó con La Tercera, entregando detalles de su partida.

Hace un mes se despidió a su equipo completo de reality, y su salida se veía como probable considerando esto. ¿El Canal no le ofreció otras posibilidades de quedarse?

Cuando a mí me comunican que el equipo se desarma, se me da una propuesta de relocalización en el mismo Canal que a mí no me seducía. La rechacé, me dieron otra y quedé de considerarla. Pero la verdad es que el día en que se desarmó el equipo, mi relación con Canal 13 se terminó. Igual traté de tomar decisiones con la cabeza más fría, hablé con mi mujer y con amigos, pero no tengo ni la motivación ni la fortaleza para seguir en Canal 13. Y la televisión es un medio que exige mucho de eso, estar motivado, fortaleza. Tuve que ser sincero con el canal, y más importante, conmigo mismo, porque no me parecía seguir hasta diciembre sólo por tener que cobrar un sueldo.

¿Esto significa que no se llevó bien con el nuevo director ejecutivo, Javier Urrutia?

No, es que nos conocemos poco. Está llegando y tenemos visiones muy distintas de la televisión. Su visión del canal hoy está muy marcada por lo económico. Simplemente mi visión no encajó con la de él, y eso es parte de cualquier trabajo. No vemos lo mismo para el proyecto, no hubo comunión.

¿Sabe ya que hará a futuro?¿Habló con otros canales, por ejemplo?

Todo es confidencial aún, pero he tenido ofertas de Chile y de Argentina. No me puedo quejar. Pero yo no soy nada sin mi equipo, esas 28 personas con que trabajé en Canal 13, que tras ser despedidas algunas ya están en otros trabajos. Me quedo con la satisfacción de haber creado una escuela. No me quiero comparar, pero así como la escuela de Gonzalo Bertrán marcó a la industria de la televisión, lo que nosotros hicimos con realities en Canal 13 marca hoy a la industria entera, porque el equipo sigue ahí. Igual, nunca duré quince años en un trabajo antes. Así que hoy estoy con la adrenalina de comenzar cosas nuevas.

Tras quince años, ¿se siente realizado con el trabajo hecho?

Yo llegué a Chile para hacer un reality en 2003, porque trabajaba en otros países. Patricio Hernández (entonces en Canal 13, hoy al mando de Mega), se fijó en mí, y entonces me venía se supone por dos años. Me terminé quedando quince. En todos esos años, siento que quizás mis mayores éxitos fueron Mundos opuestos, Amor ciego y Protagonistas, y el único fracaso profundo fue El hormiguero, pero para mí ese último es un programa que aún quiero mucho y no habríamos sido lo mismo como equipo sin él. Hoy, el cómo hicimos los realities, es una fórmula que está insertada en toda la industria chilena. Eso es muy gratificante, y lo de ahora es que se cierra un ciclo, y está bien que así sea. Y es bueno que pase ahora, y no cuando yo ya no tenga ideas.

Usted ha vivido las distintas realidades de la TV en Chile; hoy es muy distinta a 2003. ¿Quedó obsoleto el modelo de grandes realities por temas de costos?

El secreto es seguir haciendo programas masivos, y entender nuevas maneras de que las marcas y avisadores sientan que conectan con la audiencia, en esa masividad. Viene un futuro en lo digital, con hacer las cosas de manera más flexible y liviana. Pero se abren hoy además nuevas ventanas, cosas que ya pasan en Argentina y Colombia, donde no sólo están las nuevas plataformas digitales, sino que también pensar la televisión como un producto panregional. Da lo mismo el acento, hay que pensar en más audiencias más allá de Chile, pero con formatos creados acá.