St. Vincent repite la jugada del excelente disco homónimo de 2014, su consagración en la elite del firmamento musical femenino. Entra con todo. Primero la lúgubre "Hang on me", suite de sintetizadores embellecida con la voz en triste entonación declarando fortalezas y debilidades, seguida de "Pills", monumental pieza sobre drogas.
El coro corre por cuenta de su ex pareja, la modelo y actriz Cara Delevigne en lúdica enumeración del uso de pastillas para diversas actividades vitales incluyendo sexo y comida, desde que su carrera alcanzó aún más renombre al ganar un Grammy por mejor álbum alternativo en 2015.
La evolución desde un synth pop bailable y juguetón, luego un solo de guitarra donde St. Vincent nos recuerda su sonido y estilo absolutamente personal en las seis cuerdas -denso y recargado-, hasta decantar en un in crescendo emotivo rematado por saxo, es pura clase y singularidad.
St. Vincent se suma a los tributos a David Bowie con "Sugarboy", un intenso pastiche de electrónica, como dialoga consigo misma en "Happy birthday, Johnny", conectada a la hermosa balada "Prince Johnny" del disco anterior.
Masseduction contiene una energía narcótica y erótica transversal sintetizada en "Young lover", otra letra confesional sobre desamor y excesos en una obra que sin abrir nuevas rutas, reitera a St. Vincent en la posición de estrella solitaria.