Se sabe de las manías y las obsesiones de Daniel Day-Lewis (1957). Son carne de las historias tras las películas que protagoniza. Durante el rodaje de Mi pie izquierdo (1989), por el que obtuvo su primer Oscar, se mantuvo en el rol, desplazándose por el set en silla de ruedas, buscando "sentir" la discapacidad del personaje. Para El último de los mohicanos (1992) se fue a vivir al bosque y, ahora, para interpretar a un gran modisto de los años 50, se puso a diseñar trajes. La película, de acuerdo a los publicistas del actor, será su despedida del cine.
Es un buen adiós, si se considera que el filme lo vuelve a juntar con el realizador Paul Thomas Anderson (1970), que lo dirigió en Petróleo sangriento (2007), donde Day-Lewis ganó el segundo de sus tres Oscar a mejor actor (el tercero fue por Lincoln en 2012). La película liberó su primer trailer este lunes y junto con eso vino el anuncio de las fechas de estreno en el mundo: en Estados Unidos se lanza el 25 de diciembre y a Chile llega el 22 de febrero, una semana antes de la entrega de los premios Oscar. Se llamará en castellano El hilo fantasma y, como ha pasado con casi todas las cintas del realizador de The master (2012), se espera que en la temporada de nominaciones y galardones escale alto.
También como es habitual en los proyectos del cineasta californiano, varias de las aristas de la trama se han mantenido bajo secreto y no son muchos los datos que se manejaban hasta hace un tiempo. El anuncio del retiro de la actuación de Day-Lewis le agregó aún más especulaciones a la producción: medios como The New York Post, citando fuentes anónimas, llegaron a decir que el actor se entregó tanto al rol del hombre de moda Reynolds Woodcock, que decidió cambiar la actuación por las telas y se dedicará a ser diseñador de vestuario.
A la larga, en cualquier caso, es fácil encontrar antecedentes así en Day-Lewis: poco después de la filmación de Golpe a la vida (1997), se mantuvo un tiempo alejado de la actuación y durante ocho meses fue aprendiz en el oficio de hacer zapatos con el reputado fabricante italiano Stefano Bemer.
El mundo del vestuario llegó en esta oportunidad a él a través de la película de Paul Thomas Anderson, que venía de realizar la ambiciosa Vicio propio (2014), basada en la novela homónima del destacado escritor estadounidense Thomas Pynchon. Tras dos décadas ambientando sus historias en la Costa Oeste (empezando por Boogie nights y Magnolia), Anderson viajó ahora a Gran Bretaña. Ahí transcurre la vida del distinguido Reynolds Woodcock, amo y señor de la alta costura londinense durante los 50 y 60.
Por lo que se deja ver en el primer avance del filme, hay evidentes ecos de The master: un personaje central omnipresente y reverenciado, dueño de un orden magno que casi nadie puede alterar. Casi, porque en un momento aparece Alma (Vicky Krieps), una mujer que no se intimida con Reynolds y que va más lejos: logra despertarle sentimientos de afecto, de amor, algo que él nunca ha probado.
El quiebre en la mecánica de vida del reservado Reynolds hiere las susceptibilidades antes que nada de su hermana Cyril Woodcock, con la que mantiene con vida su inmaculado reino de la moda. Aunque no hay muchos más detalles de la trama, se sabe que la película se inspira en la vida del inglés Charles James (1906-1978), uno de los modistos más influyentes del siglo. Dueño de un estilo único y ampliamente solicitado por nombres de la alta sociedad londinense y neoyorquina de la posguerra, James mantuvo un matrimonio que sólo duró siete años entre 1954 y 1961. Fue un respiro en medio de una vida de obsesión dedicada al diseño de vestuario. En el año 2014 una buena parte de su trabajo fue objeto de una gran muestra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Es, seguramente, el halago perfecto para un diseñador que veía sus creaciones no sólo como trajes de uso, sino que como obras de arte.
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