Carlos Tromben: "La represión y la violencia en Iquique dan cuenta de la muerte de la República"
Llega a librerías la novela Santa María de Iquique, la tercera parte de una saga histórica iniciada por Tromben con los títulos Huáscar y Balmaceda. El nuevo libro es un extenso volumen que registra paso a paso el horror de una matanza a partir de la crisis del salitre, antecedente del movimiento sindical, que marcó el Chile del siglo XX.
Un terremoto. En realidad una catástrofe que partió con un sismo real en San Francisco, California, EEUU, y terminó con una matanza en las calles polvorientas de Iquique.
"El costo de la vida ya ha alcanzado niveles abusivos en esta ciudad, y al menos que exijamos lo prometido, los patrones se van a hacer los lesos. ¡Huelga ahora!", fue el lema que se expandió en la estación de ferrocarriles de Iquique, el 7 de diciembre de 1907. Catorce días después el caos será un gran charco de sangre desparramado por la ciudad nortina.
"La hora es difícil. Nos amenazan con armas de fuego a nosotros, que no hemos dado muestra alguna de violencia. U obedecemos al imperio de las armas o agachamos el moño, o permanecemos firmes en esta escuela esperando que los soldados de Chile no consumen un crimen contra el pueblo", se lee sobre el día decisivo. La angustia se asoma entre los mineros del salitre, chilenos, peruanos y bolivianos, que marcharon desde el desierto, exigiendo mejoras salariales, hacia el centro de Iquique. Ellos están junto a sus familias en la escuela que lleva el nombre de la última novela de Carlos Tromben (51), Santa María de Iquique.
Sin duda es el trabajo más ambicioso del narrador, que arranca en EEUU y luego recorre Europa, para contar los antecedentes de la crisis del salitre. Hay también capítulos que ocurren en San Petersburgo (Rusia), donde se asiste a los cimientos del movimiento sindical.
Autor de ficciones como el policial Poderes fácticos (2003), Tromben cautivó a la crítica y los lectores con la novela histórica Huáscar (2015), que acaba de obtener el premio José Nuez Martín entregado por la Facultad de Letras UC, que elige el mejor libro de los últimos dos años y que otorga 200 UF. El año pasado Tromben continuó en la senda histórica y publicó Balmaceda. Allí aborda el último mes de vida del Presidente que se suicidó en septiembre de 1891.
"Lo que a mí más me apasiona de la idea de una saga, es que dentro de la unidad puedan haber distintas propuestas. En Huáscar era netamente el conflicto Chile-Perú, en Balmaceda era Chile con algunas extrapolaciones al mundo del espionaje aristocrático de París. Y el conflicto de Santa María de Iquique surge de un conflicto internacional debido a las inestabilidades del sistema financiero con sede en Londres y Nueva York", dice Tromben, ingeniero comercial, que ha desarrollado una labor en el último tiempo en el periodismo y la literatura. El año pasado también llegó a librerías su ejemplar Crónica secreta de la economía chilena.
-Entiendo que en menos de un año escribió su nueva novela…
A fines del año pasado comencé. Investigué con bibliografía nacional en lo que respecta a Santa María de Iquique y material internacional en relación a la crisis de 1907. Es curioso, porque comenzó con el terremoto de San Francisco, que fue una destrucción masiva de la propiedad, donde los bancos se ven atrapados por tener que pagar los seguros. Luego hay un eco en el terremoto de Valparaíso, que también provoca una grave crisis nacional. Y claro, las dos crisis se sobreponen, pero quienes terminan pagando el pato son los trabajadores, quienes ven disminuir sus salarios a niveles dramáticos. Eso activa las huelgas y el conflicto social.
¿Esas huelgas serán antecedente del movimiento obrero?
Del punto de vista de las interacciones sociales se desarrolla el lenguaje asociado a sus demandas, porque en ese tiempo no habías sindicatos. Lo que sí existían eran organizaciones culturales de los trabajadores, que a lo más se presentaban en público y desfilaban. No había un dirigente para representar a los trabajadores. Uno de los primeros gremios en manifestarse fueron los conductores de tranvías urbanos de Iquique y después de distintas salitreras. Pero cómo ese movimiento disgregado decantó en un movimiento regional, que movilizó a miles de obreros, eso es un misterio.
¿Es importante humanizar los hechos y sus protagonistas?
Es necesario y ese material lo da la investigación bibliográfica y estando en terreno. Viajar a Iquique, recorrer las calles aledañas a la escuela, etc. Hoy el entorno de la escuela es un liceo Bicentenario y en las esquinas donde se emplazaron las ametralladoras hay comercio y bodegas. Situarse espacialmente te permite describir mejor. Imaginarte, por ejemplo, que una de las ametralladoras estaba en una de las equinas y la otra equidistante a una distancia no mayor a 10 metros. Y si bien eso reducía el rango de fuego, amplificaba la capacidad letal de la bala, porque la gente estaba aglomerada. Había ocho mil personas incluyendo a sus familias… Por eso la especulación nunca aclarada de la cifra de víctimas. Nunca vamos a saber, pero sin duda no murieron menos de 500 personas.
La historia oficial señala que fueron 126 los muertos.
En Chile entonces regía el Estado de Derecho. Un intendente no podía declarar estado de sitio, debía hacerlo el Presidente con autorización del Congreso. Tampoco tenía la potestad de silenciar a la prensa. A pesar de todo ello, eso ocurrió. La opinión pública nacional estaba en estado de shock, porque incluso los más duros de la época consideraban que lo hecho estaba fuera de todo parámetro.
¿Santa María fue la gran tragedia del siglo XX?
Por eso el subtítulo de la novela es La muerte de la República, porque los trabajadores de la pampa e Iquique invocaron la idea de República. La idea de que la ley y la Constitución amparaban a los habitantes de la nación y que todos tenían el derecho de pedirle al Presidente que mediara en los conflictos. Así la represión y la violencia en Iquique dan cuenta de la muerte de la República. A partir de ahí la república oligárquica, parlamentaria, tuvo los días contados.
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