Dos relojes dictan el ritmo del día para Silvio Caiozzi. El reloj de la vida diaria, común al que tiene todo el mundo y, en sus propias palabras, "el reloj del cine", donde el tiempo entra a otra dimensión. Aquel cronómetro artístico es el que define sus películas, detallistas y pulcras como pocas en el cine chileno, de concepción y desarrollo más bien lento: en sus 39 años de carrera como director de cine desde Julio comienza en julio (1978), la reciente …Y de pronto el amanecer (2017) es su sexta producción. Dura, contra todas las convenciones de nuestra época, 197 minutos. Es decir, tres horas y 17 minutos.
"Cuando uno hace cine no se pone a pensar cuánto va a durar la película. No al principio al menos", dice el realizador, sentado en un restaurante a cuatro cuadras de su productora de calle Eliodoro Yáñez. Filmada durante seis meses de 2014 en Chiloé (en Rilán y Curaco de Vélez, entre otras localidades), …Y de pronto el amanecer es la más ambiciosa de las películas de Caiozzi en producción y propuesta narrativa, con varias historias y personajes intercalándose en al menos tres épocas: los años 50, el Golpe de Estado de 1973 y nuestros días.
Los espacios abiertos, los cielos nublados del sur, los bosques infinitos y el mar son la escenografía, marcando un contraste inesperado para un realizador que hizo de la decadencia familiar entre las cuatro paredes la columna vertebral de su obra. Eso era, por supuesto, la conexión con José Donoso de Caiozzi, que adaptó al escritor en Coronación (2000) y Cachimba (2004) y con quien escribió el guión de La luna en el espejo (1990). Ahora, está la conexión con las narraciones del escritor Jaime Casas (Coyhaique, 1949), que ha publicado seis novelas y un libro de cuentos desde los años 90 y quien indefectiblemente recurre al paisaje y también a la mitología sureña para sus historias.
"Donoso describe muy bien el encierro y el fin de las familias. Jaime Casas es todo lo contrario: es naturaleza, bosque, luz, amanecer", dice el realizador. "Es curioso, uno de joven tiende a encontrar todo malo, pero pasan los años y te vas poniendo más optimista. Eso es quizás lo que me pasó con …Y de pronto el amanecer", agrega.
La película se estrenará en abril de 2018, tomándose el tiempo que sea necesario para encontrar una mejor opción en salas.
Un filme en dos velocidades
Aunque en la película desfila una serie de personajes por cada período de tiempo, la narración es esencialmente la historia de Francisco Veloso (Julio Jung), un poeta y escritor de Chiloé que hipotecó su vocación inicial para dedicarse a escribir de farándula, horóscopos y vida social en revistas de la capital. Decidido a darle una vuelta a su vida ya pasados los 60 años, Francisco (o Pancho) vuelve al sur y se reencuentra con sus viejos amigos Miguel (Sergio Hernández) y Luciano (Arnaldo Berríos), artista mayor que Pancho y figura tutelar en su juventud.
A medida que Pancho revisita los lugares de su niñez y adolescencia, van surgiendo la creatividad y la inspiración que alguna vez se perdió en el camino. El protagonista comienza a escribir y en la película aparece otra historia y otros personajes: sus antepasados griegos y mapuches, su padre constructor de ataúdes, la "loca del pueblo", Don Olegario (el hombre más viejo de la isla) y, en un lugar especial, Rosita, el amor de su vida, convertida ahora en la esposa de un militar sádico.
Se trata, sin duda, de una película tan frondosa como los bosques que el niño Pancho recorre junto a sus amigos, con múltiples interpretaciones y con una emotividad sin frenos, lejos de la restricción que mostró Caiozzi en sus anteriores producciones. El filme, al que Culto tuvo acceso en su integridad, ganó en septiembre el Festival de Cine de Montreal, donde el realizador dice haberse enfrentado al mejor público de su vida.
Elogiada entre otros por Pierre-Henri Deleau, fundador de la Quincena de Realizadores de Cannes (la llamó "una obra maestra"), …Y de pronto el amanecer se mueve casi a dos velocidades, ambas gobernadas por el "reloj del cine". En sus primeras dos horas es una propuesta poética, obsesionada con el paisaje y las viñetas infantiles, con ecos de realismo mágico. Luego, a partir de la intromisión del personaje del teniente Juan Carlos (Nicolás Zárate) y de la política contingente (el militar comanda las redadas en la zona tras el Golpe), la vida del pueblo comienza a amargarse y los anhelos del joven Veloso (Mauricio Riveros) empiezan a esfumarse.
En algún momento Veloso le dice a su amigo Miguel que ha llegado de nuevo al sur para escribir las "crónicas del fin del mundo". Se trata de dos personalidades diferentes y así como Pancho es un pesimista algo irreductible, Miguel jamás abandona el buque. Le responde a Pancho que eso de "fin de mundo" depende de cómo uno vea las cosas y que podría ser "el principio".