Steven Wilson, como pocos nombres de su generación, se ha habituado en los últimos años a las categorías, a que colegas, críticos o fanáticos lo encasillen a su antojo en las acepciones más diversas.
David Fricke, pluma histórica de la revista Rolling Stone, pasó por Chile en agosto y en una charla dijo que hoy el inglés es el único músico que replica los métodos de trabajo de las leyendas de los 60, ese afán creativo donde cabían la innovación, el riesgo y la originalidad. En un repaso veloz por las reseñas de su último álbum, el ovacionado To the bone (2017), la palabra pop aparece como el concepto más replicado, como un comodín para definir un álbum lleno de piezas accesibles y rítmicas, distanciado de las complejas travesías conceptuales de sus lanzamientos anteriores. El periódico The Daily Telegraph fue aún más elocuente: "Es el más exitoso artista británico del que nunca has escuchado".
Pero de todas las etiquetas que la trayectoria de Wilson ha probado en esta década, existe una que exhibe una estrecha relación con el país: aquella que lo señala como uno de los sucesos más genuinos y vibrantes de la cartelera chilena en el último tiempo.
Desde 2012, el cantautor ha venido tres veces al Teatro Caupolicán y, en 2015, se anotó tres fechas seguidas en un Cariola que siempre estuvo repleto. El arrastre confirmó el culto de la fanaticada local por ese rock progresivo de inspiración existencialista, pero que nunca renuncia al gusto más popular, la clase de receta que tuvo a Genesis como su mayor bandera.
Un escenario que ya parece usual y que, por consecuencia, ya tiene fecha para su nuevo capítulo. El ex Porcupine Tree se presentará el miércoles 23 de mayo, a las 21.00 horas, en el Teatro Caupolicán, como parte de la celebración de los 10 años del ciclo Santiago Fusión. En lo concreto, viene a mostrar su último título, donde el impulso por acercar su obra a melodías más accesibles o convencionales lo llevó a coger trozos de soul, funk, soft rock, pop ochentero y hasta texturas bailables. El mismo lo ha dicho en las entrevistas: su genética creativa está compuesta tanto de Pink Floyd, Peter Gabriel y King Crimson, como de ABBA, Donna Summer y The Carpenters.
En rigor, esta temporada lo ha visto abrazar una nueva era, pero sin olvidar el tono más reflexivo de otras piezas favoritas de sus seguidores chilenos, como el espléndido Hand. Cannot. Erase (2015).
Para acentuar aún más su abrazo con el país, el instrumentista vino en abril para grabar el video de uno de sus singles, "Nowhere now", en el Desierto de Atacama, donde aprovechó de pasear, tomarse fotografías, dar entrevistas y visitar sitios como el Valle de la Luna y el observatorio Alma.
La comercialización de las entradas para su cita capitalina parte este viernes 3 de noviembre a través del sistema y los puntos de venta Ticketek, y sin cargo por servicio en la Comunidad de las Artes (Providencia 1266). Los precios van de $26.000 (galería general) a $70.000 (primeras filas).