La trayectoria de Emmanuel en los 80 fue sencillamente extraordinaria. Tuvo decenas de éxitos que se tocaban hasta la saciedad, convirtiendo su música en parte del paisaje popular de Latinoamérica. Al igual que Miguel Bosé nunca se contentó con cantar al amor desde la obviedad. Sus canciones reparaban en detalles de las relaciones de pareja. Tengo mucho que aprender de ti proponía una humildad atípica para los cánones machistas latinos, mientras que "Con olor a hierba" era una extraordinaria descripción de un encuentro íntimo al aire libre sin vulgaridad ("y en mi espalda sienta el frío, de la oscura noche que se acerca"). Hacia finales de esa década sus canciones y puesta en escena cogieron un nivel conceptual algo desencajado -"La última luna" y "La chica de humo" son paradigmáticas-, aún así clásicos indiscutidos. Luego el astro mexicano desapareció de manera paulatina del radar popular.
Este disco desenchufado funciona como si se tratara de descubrir un viejo ático plagado de polvo y telarañas con pequeños tesoros. Solo basta una ligera sacudida para recuperar en la memoria uno de los mejores cancioneros románticos disponibles en español. Aunque el rescate ofrece resultados variables, el nivel de sus éxitos remece en este reencuentro y pone las cosas en su sitio. Emmanuel siempre estará entre los más grandes de la canción en nuestro idioma.
El Unplugged del mexicano incluye 15 clásicos indiscutidos y se da el lujo de dejar títulos que perfectamente calificarían como "Insoportablemente bella", "El día que puedas" o la citada "Con olor a hierba". De todas formas, el listado es casi inapelable.
Aunque Emmanuel nunca dispuso de un registro potente siempre maneja un histrionismo cautivante de amante apasionado y a la vez reflexivo. En este registro su voz va de menos a más. Desfilan varios invitados pero la selección es algo floja. Ana Torroja naufraga en "Hay que arrimar el alma" y Kinky también hace agua en "Quiero dormir cansado".
Los arreglos de esta categoría de discos suelen arropar las canciones y ese efecto resta algo de dramatismo a las versiones en comparación a los originales. Los inolvidables decorados synth pop y de cuerdas de Pobre diablo -una de las canciones definitivas de Emmanuel-, se arrullan en las orquestaciones típicas de este formato. Pero es el peso del cancionero el que finalmente favorece al disco. "Ven con el alma desnuda", "Todo se derrumbó", "Hay que arrimar el alma", "Detenedla ya" y "Toda la vida" están grabadas en generaciones por su calidad indiscutida y permanente.