Weezer alcanzó una posición envidiable, una banda de cuarentones más cerca de los 50 eternamente juvenil sin aspecto forzado ni patético. Encontraron una manera de lucir y sonar detenidos en el tiempo, esa quimera del verano eterno que persiguen desde hace mucho, el power pop dorado imposible de manufacturar en ninguna otra pare que no sea Estados Unidos y que tuvo en Cheap Trick a sus máximos exponentes.
La primera parte de Pacific daydream responde al instinto por un sonido moderno forjado con naturalidad practicando pulso hip hop con interpretación orgánica, para montar sobre esas bases coros pegajosos, armonías trabajadas y riffs redondos. "Mexican Fender", "Beach boys" y "Feels like summer" son ejemplos de esos elementos llevados al máximo.
La voz de Rivers Cuomo, que ha crecido en expresividad y matices con los años, es clave para esa sensación de juventud permanente. Su talento melódico continúa intacto, y reluce aún más en la segunda parte con canciones de marcada emotividad y toques de dream pop como "Weekend woman" y "Sweet Mary".
Weezer se confirma como clásico moderno. Sigue elongando su musculatura musical en pos de nuevas audiencias, sin descuidar a la Generación X que los convirtió en uno de sus números favoritos, como símbolo del nerd adorable que sabe cómo rockear y ser romántico a la vez.