Buena parte del renombre que ha ganado Sigur Rós con los años, así como uno de los aspectos más celebrados por sus fieles seguidores, tiene que ver con la capacidad que ha mostrado el grupo islandés para crear su propio lenguaje. Una habilidad que, en ocasiones, ha cobrado un significado literal, con piezas de su discografía cantadas enteramente en "vonlenska" -término que acuñaron para definir las vocalizaciones sin significado comprensible creadas por el vocalista Jónsi Birgisson-, como parte de un universo musical y estético que no parece suscribir a ningún género conocido, moldeado por el sonido expansivo y etéreo del post rock y el dream pop europeo pero también por el clima y los paisajes de su tierra natal, como bien da cuenta el documental Heima, de 2007.
A dos décadas de su irrupción discográfica y luego de un año y medio girando casi sin pausa, el trío de Reykjavík aterrizará el viernes de 24 de este mes en Santiago, en el que será su primer concierto en Chile. Un debut esperado durante muchos años por sus fanáticos locales, quienes en pocas semanas agotaron todas las entradas disponibles en el Movistar Arena -obligando al recinto a ampliar su capacidad- para presenciar un espectáculo que asoma entre los imperdibles de la temporada, en el que repasarán diversos temas de sus siete álbumes de estudio, con énfasis en la simbiosis entre música en vivo y experiencia visual.
Así al menos lo asegura Orri Páll Dýrason, baterista del trío, quien desde Londres -donde reside desde hace algunos años- se muestra tan entusiasmado por este primer tour formal por Sudamérica como por la primera clasificación a un Mundial de la selección de fútbol de su país. Toda una hazaña para una nación de poco más de 330 mil habitantes. "Es un gran equipo, yo al menos estoy muy orgulloso de lo que lograron y al mismo tiempo tratando de entender cómo pasó esto", dice riendo el músico, cuyo padre, Dýri Guðmundsson, fue en su momento jugador de la liga de fútbol islandesa y del combinado nacional.
-¿Hay expectativas por estas nuevas fechas latinoamericanas?
-No hemos ido a Sudamérica en un largo tiempo. Estuvimos en un festival en Brasil hace 15 años y a Chile nunca hemos ido, así que estamos realmente entusiasmados de poder concretarlo. Hemos estado de gira desde mayo del año pasado y ahora estamos a punto de terminarla, así que estamos entusiasmados por eso también (ríe).
-Además de un cambio en el formato de la banda, tras la partida del tecladista Kjartan Sveinsson, el show incluye un cuidado montaje escénico. ¿Qué se puede adelantar sobre ese aspecto?
-Hasta ahora la gira ha salido muy bien, mejor de lo que esperábamos, incluso, por que nunca habíamos estado sólo nosotros tres tocando. Además llevamos un nuevo diseño escénico, con un escenario dividido en dos partes, dos pantallas gigantes y muchas luces. Desde el principio, cuando empezamos a planear este espectáculo, decidimos que queríamos hacer algo que fuera más allá de sólo la música, algo más grande y al mismo tiempo diferente a los discos, con otros arreglos. Buscamos que la gente experimente algo que nunca antes haya sentido.
-Kveikur, su último disco, llamó la atención entre otras cosas por el sonido más agresivo que presentaron. ¿Están trabajando actualmente en nuevo material? ¿Seguirá esa línea o han estado experimentando otras ideas?
-Sí, hemos estado trabajando en nueva música durante mucho tiempo y pretendemos lanzar el disco el próximo año. Vamos a hacer algunos pocos conciertos en febrero y luego pararemos un tiempo para dedicarnos a las últimas sesiones álbum. Lo que ha resultado hasta ahora es completamente distinto a lo que hemos hecho y podrán escucharlo en Chile, porque tocaremos algo de ese nuevo material. No tiene nada que ver con Kveikur, tiene una atmósfera completamente distinta porque ahí las canciones salieron muy rápido. Esta vez hemos trabajado las canciones con mucha dedicación y por mucho tiempo, y definitivamente será más luminoso que el disco anterior, por decirlo de alguna forma, más optimista.
-En los últimos años se ha vuelto algo más usual escuchar de algunas bandas de Islandia, mientras que músicos anglo como el estadounidense John Grant se han ido a instalar a Reykjavík. ¿Siente que de cierta manera con Sigur Rós ayudaron a pavimentar el camino para que el mundo conociera más sobre la escena islandesa?
-La verdad, siempre ha habido una gran escena musical en Islandia, pero quizás el resto del mundo no le estaba poniendo demasiada atención. Han salido nombres muy importantes y una música muy especial y propia desde hace varios años, lo que ha ido provocando que los oídos del mundo se interesen por lo que se está haciendo allá. La escena en Reykjavík siempre ha sido muy fuerte, con muchas bandas y solistas.