Ofuscado. Así estuvo Bombo Fica el verano pasado, durante varias semanas, después de una frustrada negociación con los organizadores del Festival de Viña del Mar. Según él, fue "ninguneado" por los cerebros del certamen que emite Chilevisión, luego de hacer algunas exigencias para volver a la Quinta Vergara, y de paso celebrar ahí las tres décadas que estaba cumpliendo sobre los escenarios.

Su revancha fue ser el show más sintonizado del Festival de Huaso de Olmué, en TVN.

Pasaron los días y también la ira, y el Festival dejó de ser tema. Sin embargo, las vueltas de la vida llevaron al humorista a retomar la idea de regresar al certamen que conducen Carolina de Moras y Rafael Araneda, y el que abrió aquella posibilidad fue Jorge Carey, presidente ejecutivo de Turner Chile.

"A principios de año tuve una visita en el Teatro San Ginés, cuando estaba haciendo mi obra Sospechosa la w..., del más alto ejecutivo de Chilevisión. Estuvo viendo mi espectáculo, y después me fue a saludar y me dijo que tenía la mejor intención de retomar las conversaciones para poder volver a estar en Viña", relata Bombo Fica a horas de ser el primer humorista confirmado para la versión 2018 del Festival.

-¿Fue realmente importante para usted que Jorge Carey lo buscara para conversar?

-Eso lo encontré muy noble, porque yo soy un simple humorista, y tener a ese ejecutivo en mi show, diciéndome que tiene la intención de solucionar el impasse que hubo la vez pasada. Con esa visita fue que quedé muy llano a ver la posibilidad de volver, y así se fueron dando las conversaciones.

-¿Fue mucha la rabia que tuvo en su momento con los que organizan el Festival?

-Sí, y es de conocimiento público. Yo quedé molesto por el trato que se me había dado el año pasado porque yo estaba cumpliendo 30 años de carrera, y existía la posibilidad de cerrar ese ciclo en Viña. Pero de la forma en que se dio, no fue para mí la correcta. Quedé muy molesto, muy choreado, y fue así que terminé haciendo mi espectáculo en Olmué. Pero ya está todo solucionado, y eso queda ahora como una anécdota.

-También fue de conocimiento público la molestia que tuvo con CHV por las repeticiones de la rutina que hizo en 2012. ¿Puso muchas condiciones para volver?

-Ahora vuelvo más resguardado, porque el tema de las repeticiones se conversó, al igual que otros temas. Hay que ver la manera en que uno debe proteger su imagen y su trabajo intelectual. Pero no es nada del otro mundo, fue parte de la conversación.

-Su rutina suele ser punzante al tocar varios temas contingentes. ¿Cree que en la Quinta Vergara podrá seguir en esta misma línea?

-A mí nadie me censura nada. Tengo la suerte de que la gente conoce perfectamente lo que yo hago, y nunca me han dicho de qué puedo o no puedo hablar. Para mí no existe esa complicación, y es algo que pasa solo por mi propio criterio. Viña es un escenario que me permite decir lo que quiera, pero debo saber decirlas. No hay que confundir la crítica con la descalificación. Esa es mi manera de ver, al menos.

-¿En su rutina estarán presentes temas contingentes, como las elecciones?

-Es una apuesta en escena que es bastante transversal. No solo estará lo contingente. Habrá una mirada hacia nuestro cambio como país, porque ya no somos el mismo. Hay un trabajo que va más allá del momento mismo, que tiene una mirada de historia. Hay toda una apuesta en escena, acompañado con música, con teatro. Quiero mostrar un espectáculo bastante completo.

-¿Cree que hacen falta nombres de la vieja escuela del humor en el Festival?

-Eso no me corresponde responderlo yo.

-Pero como espectador, ¿tiene alguna opinión sobre tener en la Quinta Vergara nombres del humor no tan reconocidos?

-Yo quiero que a toda la gente que hace humor le vaya bien. Hay algunas cosas que a veces yo no comparto, pero son de carácter personal. Pero en el fondo, me gusta que el humor tenga siempre un protagonismo en este tipo de certámenes.

-Hay espacio para todos, dice usted.

-Esto es parte del ciclo. Uno tiene que hacer la pega y pensar que esto va a durar hasta que tenga que durar. Y si hacemos falta o no los viejos estandartes, lo sabrán los que organizan y los que arman estos festivales.

-¿Cree que se ha avanzado algo en creer que el humor es el acompañamiento del show y no el plato principal?

-Claro, no estamos descubriendo la pólvora con eso de que somos el acompañamiento. Seguimos siendo un país que mira nuestros espectáculos de una forma simplona y local. Sigue estando esa visión que lo que viene de afuera es mega artístico, y lo nuestro solo es local. Ahí hay que buscar el justo equilibrio, creo yo.

-Más allá de lo ocurrido este año, ¿tenía ganas de volver a Viña?

-Las ganas parten cuando hay un interés y un afecto de la otra parte. Cuando a uno le manifiestan que lo quieren tener porque es importante, uno se siente agradecido. Esto es algo que se da en conjunto. En mi caso, al recibir tanta deferencia, no podía negarme a la posibilidad de estar en Viña nuevamente.

-El gran éxito que tuvo en su última presentación, ¿le agrega más nervios por haber dejado la vara muy alta?

-El nervio es el compromiso de hacerlo bien. Es imposible no tener nervios, porque está la obligación de estar a la altura de quien te contrata. Todos los artistas, desde el más grande, hasta el más pequeño, tenemos nervios. Uno debe controlarlos, y es ahí donde está la diferencia entre un aficionado y un profesional. Lo que yo sí tengo es ansiedad de subirme ya al escenario.

-¿Lo siente como un desafío?

-Los artistas vivimos en base al desafío. El día que dejamos de tener un compromiso con el desafío, dejamos de ser artistas de verdad. Yo no le tengo miedo a nada ni a nadie con respecto al espectáculo. Para mí, todos los escenarios son un desafío, aunque haya estado ahí antes, y este es uno más.