Raymonda, el regreso de Luis Ortigoza detrás del escenario

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Este sábado el ex primer bailarín estrella del Municipal, quien se retiró de las tablas en abril de 2016, estrenará su versión coreográfica del ballet clásico de Marius Petipa.


La transición fue abrupta. Tres días después de hacer su última función como primer bailarín estrella del Ballet de Santiago, interpretando Mayerling sobre el escenario de calle Agustinas, el bailarín argentino-chileno Luis Ortigoza (48) asumió como coreógrafo y asistente de dirección junto a Marcia Haydée.

Durante los 27 años que bailó para la compañía, el artista que cruzó la cordillera en julio de 1988 nunca pensó en desempeñarse como coreógrafo. "Yo sabía que me iba a tener que retirar y que habría una transición si quería seguir en el mundo del ballet", explica en un salón del antiguo edificio. "Debía hacer otra cosa, y si bien no sabía lo que era, todo se fue encaminando para llegar a la asistencia de dirección", agrega.

Su rutina cambió. Colgó las zapatillas de manera definitiva y la actividad física que venía haciendo desde que tenía cinco años fue desplazada por horas de investigación, ensayos y preparación del cuerpo de bailarines. "En mi vida no había hecho otra cosa, había bailado siempre, pero puedo decir que no me arrepiento", afirma, convencido de que era el momento de hacerlo.

De eso ya pasó un año y medio, y su primer proyecto bajo los escenarios llega esta semana al Municipal de Santiago. Este sábado a las 20 horas estrenará Raymonda (1898), la pieza creada por el célebre coreógrafo francés Marius Petipa, considerado el padre del ballet clásico, y musicalizada por el compositor ruso Aleksandr Glazunov.

La ansiedad ya es un síntoma que lo acompaña, y responde a que es primera vez que la obra concebida por el inaugurador del periodo de oro del ballet ruso se interpreta completa en el país. Ortigoza recuerda que en Chile sólo se han visto pequeñas fracciones del acto final y que incluso él mismo interpretó el Grand pas Classique Honroso.

Estrenado en San Petersburgo y creado a petición del director general de los Teatros Imperiales, Raymonda narra la historia de dos hombres de distintas civilizaciones que se disputan el amor de una mujer. Ambientada en la época de las Cruzadas, el caballero Jean de Brienne (Emmanuel Vázquez) debe aplazar el matrimonio con su prometida Raymonda (Romina Contreras) para sumarse a la ofensiva liderada por el rey Andrés II de Hungría. Tras su marcha, Raymonda tiene un sueño que la perturba y que pasados los días se concreta: Abderakhman (Rodrigo Guzmán), un caballero sarraceno, aparece en el castillo y se enamora de ella. A pesar de las negativas de la protagonista, el extranjero no se rinde y, cuando su prometido regresa, el rey propone acabar el conflicto con un duelo.

Variaciones y quiebres

Cuando Raymonda fue encargada, Tchaikovsky, el compositor que había creado las partituras que acompañaban las coreografías de Petipa, como El cascanueces, El lago de los cisnes y La bella durmiente, había fallecido. Así, la composición quedó en manos de Glazunov, y Raymonda fue su primer ballet y "el último gran legado" del coreógrafo.

Raymonda "tiene factores atractivos porque se ve la experiencia que él había desarrollado en sus obras anteriores", explica el ex bailarín del Ballet de Santiago, quien en 2004 recibió la nacionalidad chilena por "especial gracia". Sin modificar el argumento ni los personajes, Ortigoza "agilizó" este ballet, según dice: "Esto significa hacer una reducción de música y que la historia vaya narrándose con un ritmo más veloz".

También le interesa que los bailarines hombres tengan mayor desempeño, porque considera que hoy no se pueden presentar ballets clásicos el siglo XIX tal cual fueron estrenados. "Para esa época los hombres bailaban prácticamente nada, eran sostenedores de las bailarinas, y el ballet ha evolucionado tanto que ambos están a la par", prosigue y enumera los cambios que realizó, inspirándose en la revisión que Rudolf Nureyev hizo de la pieza en 1964. Entre otros, redujo los originales tres actos, con una duración de tres horas, a sólo dos de montaje.

El inminente estreno tiene al coreógrafo atento a toda la producción. "Siendo bailarín estás preocupado de tu participación dentro del ballet. Desde este otro lado tienes que estar pendiente de principio a fin, lo que te da otra visión y parámetro de las cosas", afirma. Sin embargo, Ortigoza ya había sido coreógrafo antes: en 2007 estrenó La bayadera, obra que pavimentó su futuro camino como asistente.

"Raymonda siempre ha sido un ballet en el repertorio de las grandes compañías", dice Ortigoza, quien de paso recuerda que cuando tenía poco más de 10 años vio al Ballet del Teatro Bolshói interpretar la danza de Petipa sobre el escenario del Teatro Colón de Buenos Aires. "Me parece interesante que el Ballet de Santiago pueda tenerlo también en su repertorio", concluye.

Su versión de Raymonda tendrá cuatro funciones que serán acompañadas por la Orquesta Filarmónica de Santiago, dirigida por José Luis Domínguez. La escenografía y el vestuario están a cargo de Pablo Núñez.

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