Nadie dice que sea fácil o que no valga la pena intentarlo, pero a la vista de los resultados históricos de los que han decidido pegarse el salto quizás no sea una jugada tan relevante después de todo. Durante los próximos meses un puñado de corajudos músicos locales se jugarán el todo por el todo detrás de inéditas marcas personales: Ases Falsos irá por su primer Caupolicán; Gepe hará lo propio nada menos que en el Movistar Arena y Camila Moreno también debutará como solista en el viejo recinto de la calle San Diego. Todos ejercicios flamantes para grupos y solistas que aspiran a poner a prueba su real poder de convocatoria. Sin embargo, y atendiendo a sus antecesores en el mismo esfuerzo, parecen ser solo los últimos de una larga lista que, independiente del resultado, no logró traducir esa experiencia en algo realmente gravitante para sus respectivas carreras.
Partamos por lo que todos sabemos: esta es una escena particularmente pequeña para un país con tanto talento y los hitos que se pretenden marcar con estas temidas pruebas de audiencia generalmente terminan siendo pequeñas banderas (o camuflados fracasos) que se anotan en el currículo de cada artista. El viejo Caupolicán, por ejemplo, ha sido histórico testigo del éxito popular en Chile, aunque la ocupación completa de sus gradas no ha garantizado nunca una consolidación a largo plazo. En años recientes, nombres como Manuel García, Nano Stern, Noche de Brujas, Movimiento Original y Guachupé, entre otros, han logrado llenar el ex Teatro Monumental y tienen todo el derecho a contárselo a sus nietos y a construir a partir de ese hito específico. Pero en muchos de esos casos mencionados, la convocatoria ha ido decreciendo en experiencias posteriores o ha sido derechamente abultada con precios ridículamente bajos que permiten hablar de un "lleno" que, en rigor, es un completo vacío. En Movistar Arena, en tanto, han sido aún menos los que han salido airosos con primeros esfuerzos individuales. Los Bunkers, Myriam Hernández, La Ley, Los Vásquez y Mon Laferte, entre otros, se anotan como los eventuales triunfadores de una aventura que sólo tendrá real sentido si viene complementada por algo más que la mera anécdota de no haber naufragado en un lugar específico de esta escena tan mezquina, pero tan talentosa, como la chilena.