"La música de Shogún un día me pareció innecesariamente inaccesible"

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Cristián Heyne decide reeditar todos los discos de Shogún, su proyecto más personal, por años fuera del mercado oficial.


No es una respuesta habitual. Cuando un músico intenta descifrar la motivación tras sus pasos más recientes, casi siempre alude a nuevos capítulos en su vida o a un recambio en las influencias que definen su presente. Pero Cristián Heyne (44) es distinto.

"Es el tipo de cosas que pasan con el psicoanálisis. En un momento no le vi mucho sentido a seguir evitando exponer mi música", asume el artista, aunque después echa pie atrás: "Jaja. Lo del psicoanálisis era un decir nada más. A lo que iba es a que me he tomado tiempos largos, y muy gratos, en los que sin quererlo he analizado y hecho muchas cosas que antes no hacía. En medio de todo eso, la música que he hecho con Shogún un día me pareció linda e innecesariamente inaccesible".

De esa forma, el también productor explica una de sus mayores decisiones en el último tiempo. Quizás un pequeño paso para la escena chilena, pero un gran salto para el propio artista: Heyne acaba de editar gran parte de la discografía de su proyecto más emblemático en plataformas digitales, material de culto dentro del catálogo nacional y que por décadas ha estado ausente de cualquier circuito de difusión. Hasta este fin de semana eran álbumes casi imposibles de cazar.

En una primera etapa, cinco de sus diez discos estarán disponibles en sitios como Spotify, Apple Music, Deezer y Tidal: Demonio (1998), Alma (1999), XYX (2000), La Rata (2004) y El Brujo (2010).

"Son discos que he escuchado por períodos. Cuando he terminado con parejas, cuando viajo, etc. Pero en general escucho otras cosas. Como ahora a Frank Ocean, Tormenta y The Isley Brothers. Igual no hay ninguna razón en especial para escuchar esta música. Quizás es porque sea verano", completa.

La alternativa

Aunque lo relativiza, la referencia al psicoanálisis, a los tiempos largos y a las diversas fases de su existencia no es azarosa. Iniciado en 1993 como dúo junto a Jaime Laso, Shogún paulatinamente se redujo a la sola presencia de Heyne, convirtiéndose en un refugio donde exploraba un lenguaje saturado de detalles y que hacía frente a su costado de productor multiventas, el olfato en las sombras tras los hits de Supernova, Stereo 3, Luis Jara, Gufi y posteriormente Gepe, María José Quintanilla y Javiera Mena.

Una mirada interna que rápidamente adquirió una sensibilidad más colectiva, con la banda alzada como un secreto a voces, la encarnación de una escena alternativa que caminaba demasiado distanciada del rock corporativo.

Con los años y el nuevo siglo -y aunque llegó a firmar con EMI, alianza que nunca dio frutos comerciales-, el compositor se fue recogiendo cada vez más en la iniciativa, como una fortaleza hermética e impenetrable, casi un síndrome de Diógenes donde acumulaba cada vez más material, el que muy de vez en cuando lo hacía salir al exterior para compartirlo a través de descargas digitales o presentaciones esporádicas, forjando esa personalidad ermitaña que lo encapsula hasta hoy.

"Siento que ha sido un proyecto aislado. No tenía mucho que ver con la música de los 90, de los 2000 mucho menos, y de hoy por lo visto tampoco. Pero todo bien con eso", puntualiza el también ex líder de Christianes.

Y todo tan bien que, pese a que el primer asalto fue meramente digital, la siguiente avanzada será física. Según el cantautor, en 2018 Shogún retornará de manera más permanente a los escenarios y publicará un trabajo con material inédito.

Y además del arribo a las vitrinas digitales de los álbumes que faltan, todas sus producciones se estrenarán en formato físico. "Voy a sacar un disco que ya tengo compuesto, pero no grabado. De seguro volveré a tocar en vivo para presentar el nuevo material", cierra el siempre indescifrable artista capitalino.

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