Con Buena Vista Social Club nunca se sabe cuándo el adiós será definitivo, pero al menos ese es el concepto que los músicos cubanos escogieron para promocionar su próxima gira sudamericana. Una visita fijada para mediados del 2018 y que los tendrá el 19 de mayo en el Teatro Caupolicán, actuando, presumiblemente, por última vez frente al público chileno.
A tres años de su último paso por Santiago, la célebre orquesta regresa con una extensión de su Adiós Tour, la gira que iniciaron en junio de 2014 en Praga y cuyo broche de oro tuvo lugar en el teatro Karl Marx de La Habana dos años después. El recorrido quedó registrado en Buena Vista Social Club: Adiós, documental de la directora británica -y ganadora de un premio Emmy- Lucy Walker, estrenado internacionalmente a mediados de este año y que funciona como secuela y epílogo del filme original de Wim Wenders, nominado al Oscar en el 2000.
Es precisamente esta nueva película la que motiva el regreso a Chile de los sobrevivientes del legendario ensamble, quienes a su vez son los protagonistas del reciente documental: la emblemática cantante Omara Portuondo, Manuel "Guajiro" Mirabal (trompetista), Barbarito Torres (laúd) y el guitarrista Eliades Ochoa. Además de repasar los grandes éxitos de su carrera junto a su banda estable de músicos, la agrupación tiene presupuestado estrenar el filme en cada una de sus presentaciones en Sudamérica, incluyendo a Santiago, donde por estos días se define si la cinta se proyectará íntegramente en el teatro de calle San Diego o sólo extractos de ésta durante el recital.
Celebridad tardía
La historia de la orquesta Buena Vista Social Club se remonta a los años 50 y debe su nombre al club homónimo que durante varios años acogió concurridas presentaciones de algunos de los principales exponentes de los sonidos propios de la isla, como el son, el danzón así como sus propias relecturas del bolero y la salsa. Tras bajar su cortina, clausurado con la llegada al poder del Ejército guerrillero de Fidel Castro en 1959, lo que parecía una historia perdida en el tiempo y el anonimato tuvo un impensado segundo capítulo cuatro décadas después.
Fue a mediados de los 90, cuando durante un viaje a La Habana el inquieto productor y multiinstrumentista californiano Ry Cooder se encontró con que los experimentados artistas que animaron la noche del club Buena Vista estaban en el total olvido. Así, en 1996, los reunió junto a algunos músicos más jóvenes para grabar ese valioso cancionero en un álbum que tiempo después -sumado al exitoso documental de Wenders que registró el proceso- los haría mundialmente famosos.
La calurosa recepción del disco, ganador de un premio Grammy, motivó la creación de la orquesta y sus primeras presentaciones fuera de la isla, aunque buena parte de sus integrantes apenas alcanzó a disfrutar de la fama y el éxito debido a su avanzada edad, como fue el caso del guitarrista Compay Segundo, el pianista Rubén González y el cantante Ibrahim Ferrer, fallecidos poco después de desatado el fenómeno.