La noche del sábado, en la 30° entrega de los Premios del Cine Europeo, celebrada en Berlín, la cinta que hace una sátira del mundo del arte confirmó su favoritismo: logró seis estatuillas, incluyendo mejor película, mejor comedia, mejor director, mejor guión, mejor actor (el danés Claes Bang) y diseño de producción, para Josefin Åsberg.

Ruben Östlund se mostró "terriblemente contento" por los premios. "Me siento algo avergonzado, no sé si merecíamos tanto", dijo al recibir el galardón a la mejor película. El realizador agradeció que estos galardones sean "una plataforma para hablar de cosas importantes" como Europa y el hecho de "ser humanos".

En la ceremonia el director de la Academia del Cine Europeo, el alemán Wim Wenders, aludió, a "un viejo monstruo que creíamos enterrado, llamado nacionalismo". Se preguntó qué es lo que está yendo mal para qué vuelva a estar presente "la peor y más vieja enfermedad" del continente y sostuvo que "Europa no es el problema, es la solución".

La gala duró cerca de tres horas. El premio a la mejor actriz recayó en la eslovaca Alexandra Borbély, quien no pudo contener las lágrimas al recoger su estatuilla y agradeció a la cineasta húngara, Ildikó Enyedi, por su papel en En cuerpo y alma.

El premio al mejor documental recayó en la cinta polaca Communion, de Anna Zamecka.

España logró dos estatuillas: mejor corto para Timecode, de Juanjo Giménez, y mejor diseño de sonido para Oriol Tarragó en la película de Juan Antonio Bayona Un monstruo viene a verme.

El premio al mejor montaje fue para Robin Campillo por la cinta francesa 120 pulsaciones por minuto. La rusa Loveless se quedó con los premios a mejor compositor (Evgueni & Sacha Galperine) y director de fotografía (Michail Krichman).

Recibieron premios honoríficos la actriz franco-estadounidense Julie Delpy, el cineasta ruso Aleksandr Sokurov y el productor croata Cédomir Kolar.