¿Toulouse (Francia)? ¿Tacuarembó (Uruguay)? Otros incluso se animaron a sumar La Plata (Argentina). El debate en torno al lugar y año de nacimiento del padre del tango, al parecer, no tiene fin. Varios son los países que han querido adueñarse de una voz declarada "memoria del mundo". Todos lo pelearon (y lo pelean) a Carlos.
En el "paisito" se lo señala como uno de sus más grandes orgullos. Lo reivindican, con uñas y dientes, frente a la versión más aceptada. Para ellos, Gardel nació en la pequeña Tacuarembó, 390 kilómetros al norte de Montevideo, el 11 de diciembre de 1882. El dato, que apareció en el pasaporte recuperado tras el accidente que acabó con su vida, es prueba irrefutable para los uruguayos.
Juan Carlos Esteban, Georges Galopa y Monique Ruffié de Saint-Blancat, sin embargo, cuentan en El padre de Gardel (2012) que Toulouse fue su verdadera cuna. Tras una rigurosa investigación, que tomó cerca de una década, aseguran que Gardel no es sino un nombre artístico: fue inscrito el 11 de diciembre de 1890, en Toulouse, como Gardes. Charles Romuald Gardes. Agregan, además, que fue un hijo no reconocido de Paul Jean Lassere, ladrón que pasó gran parte de su vida tras las rejas.
¿Por qué, entonces, tantas dudas sobre su origen? Raúl Torre y Juan José Fenoglio, dos investigadores trasandinos, que dedicaron más de 14 años a rastrear el pasado del Zorzal Criollo, responden. En 2012, presentaron documentación que revelaba a un Carlos Gardel diametralmente opuesto al que, unos cuantos lustros después, se convertiría en el cantautor más célebre de la historia del tango.
Según los peritos en criminalística, en su juventud, el pibe Carlitos fue un hábil estafador "por medio del cuento del tío". Su modus operandi era simple. Y efectivo. Gardel, antes de ser Gardel, entraba a un bar y, con esa labia que pronto lo llevó al estrellato, se ganaba a los parroquianos del lugar en efímeros lapsos. Lograda la confianza, confidenciaba que era poseedor de una herencia enorme, pero que no tenía los medios necesarios para cobrarla. Mostraba documentos, incluso, por las dudas. A cambio de que pagasen sus viajes, estadías en hotel y abogados, firmaba un documento en el que aseguraba retribuirles con parte del jugoso botín. Carlitos lo lograba: conseguía entre 1500 y 5000 pesos para viajar. Y nunca volvía.
Para comprobar esta prehistoria delictiva, Torre y Fenoglio compararon las huellas digitales de los pocos expedientes de Gardel que conserva la provincia de Buenos Aires: uno de 1904, otro de 1915 y un final de 1923. Los resultados arrojaron siempre a la misma persona: Charles Romuald Gardes, nacido en Toulouse en 1890.
Este pasado, el del pibe Carlitos, podía perfectamente acabar con la increíble carrera de Carlos Gardel. Así lo entendió el propio cantante y actor. Y por eso, según los investigadores, intentó deliberadamente ocultar su origen. Uno que recién dio a conocer en su testamento, escrito dos años antes de su muerte, en 1933. Textualmente, el ícono señaló en el documento: "soy francés, nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890 y soy hijo de Berthe Gardes. Hago constar expresamente que mi verdadero nombre y apellido son Carlos Romualdo Gardel".
Esta investigación, además, cumplió con derribar una tesis mayormente aceptada: que los cambios de identidad del intérprete de "Por una cabeza" guardaban relación con su intención de evitar combatir en la Primera Guerra Mundial representando a Francia.
Otro dato que apuntaron los peritos es que el autor de algunas de las primeras composiciones cantadas por Gardel fue Andrés Cepeda, conocido como "el poeta de la prisión". Según explica Torre, Cepeda, quien murió a causa de una pelea en la cárcel, también fue un estafador que operaba bajo "el cuento del tío". ¿Habrán compartido celda?...