Un bello sol interior: en busca del amor perdido
Los caminos del amor son tan inescrutables como los de Dios y esta magnífica comedia de Claire Denis también nos dice que pueden ser una deliciosa historia.
Isabelle (Juliette Binoche) es una luchadora incansable por los derechos de las mujeres insatisfechas. Elige mal y sigue hasta el final, a ver si esta decisión errada puede tener un final feliz. Elige bien, pero algo pasa en la mitad y el hombre que buscó la deja con el ramo de flores en el altar espiritual de la vida. Está sola, pero no puede disfrutar de su independencia por poco tiempo, pues el amor es incansable, siempre tocando a su puerta. O, al menos, lo que ella cree que es el amor, algo fabricado en su propia terca cabeza de adolescente eterna.
Si esta historia, inspirada muy libremente por el texto Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes, hubiera caído bajo el mandato de una gran compañía estadounidense, probablemente no habría pasado el límite de la comedia dramática y sus componentes estándar de la pasteurización hollywoodense: ningún personaje es un absoluto papanatas, pero nadie tampoco es el semidios de la virtud. Aquí, por el contrario, la realizadora Claire Denis (Los bastardos) carga las tintas, juega (o se la juega) a favor de su protagonista, a veces la hace levemente soportable, en otras oportunidades la caracteriza de manera muy entrañable, no en pocas ocasiones la hace parecer un irremediable caso de estudio.
Es verdad que Isabelle no logra atar los cabos de sus relaciones, pero también es una especialista en ponerle más reglas al juego. ¿Es tal vez una inconformista o es sólo la decantación máxima de la naturaleza emotiva de las mujeres, mucho más compleja que la de los hombres? Estos, por lo demás, no son demasiado brillantes ni se esfuerzan al respecto. Claire Denis, se entiende, rema siempre a favor de su sexo.
Sobre los 50 años y separada no hace muchos tiempo, Isabelle va probando en el menú de la vida con apetito abierto y liberal: se relaciona con un banquero de conductas demasiado revolucionarias en el sexo (Xavier Beauvois), apuesta por un actor con la brújula vocacional perdida (Nicolas Duvauchelle), se emboba con un danzarín de taberna (Paul Blain), intenta con un artista de alma sensible (Alex Descas). Nada resulta. Son demasiado poca cosa para ella. O, tal vez, no son lo suficiente para aquel ideal que ella tantea y no encuentra.
¿Estará la respuesta en aquel obeso vidente (Gérard Depardieu) al que Isabelle recurre como ayuda desesperada de último minuto? Los caminos del amor son tan inescrutables como los de Dios y esta magnífica comedia de Claire Denis también nos dice que pueden ser una deliciosa historia.
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