Ha sido uno de los mitos más divulgados por el imaginario popular a la hora de vincular a Chile con el rock. Hasta se le ha preguntado al propio Roger Waters en un par de entrevistas que ha ofrecido a medios nacionales.
Nadie sabe con demasiado rigor cómo nació todo, pero los fanáticos sitúan al tour The Division Bell, de 1994, como el inicio de una leyenda que siempre representó la más delirante de las fantasías: Pink Floyd llevando su universo cósmico, majestuoso y fundamental hasta el Valle de la Luna, uno de los sitios más emblemáticos del desierto chileno.
Nunca sucedió. Aunque este fin de semana un trozo de esa ficción se hizo realidad. Como parte de su visita al país por vacaciones, David Gilmour, el ex guitarrista del desaparecido cuarteto inglés, fue junto a su familia hasta el atractivo turístico enclavado en pleno San Pedro de Atacama.
El pasado domingo por la mañana, en la previa a la Navidad, el cantante llegó junto a un guía hasta el lugar y se tomó varias fotografías, enterado de la leyenda que unía a su ex conjunto con esas mismas formaciones de piedra y arena que semejan la superficie lunar.
De hecho, en su reciente paso por Puerto Natales y la Patagonia -llegó al país a mediados de mes y pasó primero por el sur- un par de chilenos le habría comentado del tema, quizás como una manera de motivar su visita. Antes, en 2015, en una entrevista con radio Futuro, también se le dio a conocer el relato.
Su esposa, la periodista y escritora Polly Samson, publicó algunas imágenes de la aventura en su cuenta de Instagram. El músico estaría en el norte hasta fines de esta semana, para luego retornar a su Londres natal.
En su estadía local, ha descansado en un hotel capitalino, ha conversado con un par de fans y también salió a probar comida chilena a un restaurante ñuñoíno, donde fue abordado respetuosamente por un reducido grupo de seguidores.