De haber tenido un asesor medianamente enterado sobre cómo se oferta la cartelera chilena del último tiempo, la Municipalidad de Peñaflor se habría evitado el bochorno. Hace un par de días la oficina comunal cayó redonda en la trampa de un anuncio que hemos visto muchas veces en las calles de Santiago. Steve Augeri (58), el cantante estadounidense que ocupó el puesto de vocalista del grupo Journey entre 1998 y 2006 -alcanzando a grabar dos intrascendentes discos de estudio más un EP- fue anunciado para el festival de Peñaflor a realizarse en febrero con la misma pillería con la que viene vendiendo sus shows en el país desde 2014 y en lugares como la Sala Omnium, el casino Enjoy de Viña, el Teatro Caupolicán y el Arena Monticello. Es decir, con afiches donde su nombre aparece convenientemente oculto o disminuido al lado de la marca "Journey", puesta en grandes caracteres, lo que para algún observador casual podría invitar a pensar de que se trata del grupo oficial cuando realmente no es así. Hablamos de esta banda histórica aunque algo venida a menos (no hay registro original desde 2011), por lo que tampoco parecía tan descabellado que el municipio en cuestión hubiera hecho un esfuerzo por contar con los mismos que estrenaron su más reciente formación hace ya 10 años en el Festival de Viña del Mar.
Lo que vino después solo fue más condimento para el patinazo. A pesar de que varios medios validaron la confirmación municipal sin rastrear dato alguno, muy pronto se confirmó que era Augeri y no Journey o "una facción de Journey", como insistieron los más porfiados, los que vendrán a Peñaflor y en la discusión de fondo quedó esa vieja maña de músicos y productores sin escrúpulos que han permitido que se vendan shows de E.L.O., sin Jeff Lynne; de Creedence, sin John Fogerty; y de Los Prisioneros, sin Jorge González, entre muchos otros.
Sobre eso último, y ya que nos toca más de cerca, habrá que decir lo evidente: nadie le desconoce a músicos como Claudio Narea o Miguel Tapia haber sido parte de la historia definitiva de una agrupación tan clave como la de San Miguel. Y tampoco será éste el lugar donde se analice ese tema siempre tan odioso respecto de cuál fue el aporte real de cada uno de los miembros al interior del conjunto. Sin embargo, la idea de ofrecer algo que técnicamente no es, es decir, de anunciar a un colectivo que ya no cuenta con sus miembros más relevantes, recordados o significativos, configura nada más ni nada menos que publicidad engañosa.
Volviendo a Journey, hablamos de un grupo con 45 años de historia y basta con mirar Wikipedia, si es que no se cuenta con el dato, para saber que fue Steve Perry su vocalista más relevante, un hombre hoy semi retirado y que puso la voz en prácticamente todos los temas importantes de la banda. Tan fuerte fue su paso al interior del conjunto entre 1977 y 1987 (sumando otros tres años de colaboración entre 1995 y 1998) que en un intento desesperado por darle continuidad al proyecto, sus ex compañeros terminaron contratando a un imitador filipino que descubrieron buceando por YouTube. Ahora, tampoco se discute la manera en que ciertos músicos deciden seguir adelante. Pero a riesgo de propiciar el engaño y de hacer caer a ilusos programadores que buscan animarle las vacaciones a los vecinos que no tienen plata para salir de viaje, no sería malo presentar las cosas tal cual son y no como sería conveniente para el negocio presentarlas.