Era 1987 y Sergio Parra (53) publicaba La Manoseada, su primer libro de poesías con el que se inscribía dentro de la escena de artistas locales. Tenía 24 años y dividía sus días entre trabajo, fiestas y conversaciones con amigos. Escritores, poetas, artistas. "Arte y literatura estaban muy unidos. Estabas en una fiesta y hablabas con Eugenio Dittborn o, no sé, con Enrique Lihn, Nelly Richard, Gonzalo Díaz. Era todo muy cruzado. El bicho de las artes visuales partió por ahí".

Cuando en 2003 decidió abrir la librería Metales Pesados en pleno barrio Bellas Artes, al poco tiempo recordó ese cruce indisoluble para él: arte y literatura. "Siempre me ha rondado esa frase que decía Giacometti: 'Un escritor siempre va detrás de las imágenes'. Si a un escritor no le interesa el arte, mejor que se dedique a otra cosa. De otra forma es muy difícil entender la visualidad de las palabras".

Se lo comentó a su socia Paula Barría y un año después decidieron instalar un pequeño cuarto expositivo al final de la librería. "Empezamos con curadurías de un año sobre un tema específico que después terminaban en un libro", recuerda. "Pasaron muchos por ahí: Carlos Montes de Oca, Guillermo Machuca, Andrea Josh".

Tuvieron que pasar diez años, no obstante, para que se decidiera a abrir su propio espacio: uno de 600 metros cuadrados, ubicado a pocas cuadras de su librería (Merced 316). Para entonces ya había cultivado una veta de coleccionista y sabía bien lo que quería: artistas que trabajaran una propuesta política y social crítica, que se atrevieran a denunciar y mirar desde la marginalidad y le permitieran armar una nueva escena de arte contemporáneo, tal como la que él protagonizó en los 80. Artistas como Pedro Lemebel, su gran amigo escritor, Mariana Najmanovich, Andrés Durán, Sebastián Calfuqueo y Camila Ramírez dieron con la nota y fueron parte del proyecto desde un inicio.

Fue una apuesta exitosa: en solo tres años Metales Pesados Visual logró consolidarse como uno de los espacios más importantes de la cultura local. Sin embargo, las cuentas no lo acompañaron como hubiera querido y se prepara para cerrar sus puertas este 30 de enero con una muestra de Juan Pablo Langlois Prado. "Económicamente ya no se podía sustentar y creo que los artistas necesitan también proyección. Cuando tienes una galería no te puedes quedar solamente con un mercado local: hay que salir a ferias, abrirse al exterior".

-¿No cree que está lo suficientemente desarrollado el mercado en Chile?

-Dentro del mundo del arte hay mucho mercado, hay gente que compra arte porque necesita tener algo en su departamento… Pero coleccionismo en sí, lo que se considera coleccionismo, hay poco en términos de gente que estudia, investiga, se relaciona local y también internacionalmente con otros. En otras palabras, hay mercado, pero no para nuestra propuesta como galería. Teníamos tres o cuatro coleccionistas con los que nos relacionábamos mucho, pero un espacio no se puede sostener solo por eso.

-Desarrollaron muchas propuestas con artistas locales, ¿qué pasó con lo internacional?

-Me hubiera gustado mucho traer a artistas latinoamericanos. Por ejemplo a Adriana Minoliti, Fernando Bryce, Gabriel Orozco, Teresa Margolles o Doris Salcedo. Eso también te va frustrando en términos de no tener la economía para poder traerlos. Chile sigue teniendo un capital cultural y desde afuera se ve una densidad crítica interesante, de una inteligencia todavía muy fuerte, de gente pensante. Uno viaja y te preguntan mucho '¿cuándo exponemos en la galería?' Pero no podíamos apostar por más.

-¿Funcionó nutrir la librería con la galería y viceversa?

-Siempre la idea fue ir acompañando la librería, la editorial y la galería en un solo proyecto en conjunto. Juntar a artistas latinoamericanos y chilenos actuales que estuvieran mirando la sociedad, con teóricos y escritores que estuvieran haciendo el mismo trabajo. Ese conjunto en esa relación era espectacular, y es lo que vamos a seguir haciendo desde otros espacios.

-¿Se proyecta con otra galería?

-Quiero volver con algún proyecto, porque soy un artista frustrado. Proyecto mi frustración en artistas inteligentes que pueden desarrollar mis ideas. Tengo dos proyectos con Isidora Bravo y Sebastián Calfuqueo que quiero sacar adelante en conjunto con galería D21. Pedro Montes ha sido generoso en ofrecerme su espacio para seguir desarrollándolos. Siempre he tenido una gran amistad de trabajo con galerías -Paul Birke, Isabel Aninat- así que vamos a trabajar para presentar a artistas en diferentes espacios. b