Pese a que su primer libro de poemas lo publicó en 1935, bajo el nombre de Cancionero sin nombre, el momento clave para Nicanor Parra y para la poesía hispanoamericana fue en 1954, cuando lanza Poemas y Antipoemas, probablemente el mayor cisma lírico en las letras del continente.
Todas sus inquietudes literarias parecieron canalizar en este libro, lanzado dos años después de su regreso al país luego de estudiar en EEUU e Inglaterra. Sus versos rebosaban ironía y rompieron el tono solemne de la poesía tradicional con un lenguaje directo y ágil, cotidiano y desenfadado:
Mi poesía puede perfectamente no conducir a ninguna parte:
[!Las risas de este libro son falsas!], argumentarán
mis detractores
Sus lágrimas, ¡artificiales!,
En vez de suspirar, en estas páginas se bosteza,
Se patalea como un niño de pecho,
El autor se da a entender a estornudos
Conforme: os invito a quemar vuestras naves,
Como los fenicios pretendo formarme mi propio alfabeto.
Hace pocos años, el propio Nicanor recordó así a su obra capital: "Yo no podía decir ni una frase. Y cuando publiqué Poemas y Antipoemas, empecé a recuperar la voz. Tuve la sensación de que accedí al reino del lenguaje".
El impacto fue fuerte, y ante la aparición de Poemas y Antipoemas, el crítico Federico Schopf expresó que "Los poemas se convierten en la prehistoria y comienzos de una nueva e irresistible lectura del mundo". Ganador por este libro del Premio Municipal de Literatura en 1955, Parra comenzó una serie de publicaciones que renovaron radicalmente el escenario literario del país. En La cueca larga (1958), usó su lenguaje poético en torno a los ritmos populares, y luego con Versos de salón (1962), expandió el estilo y preocupaciones de Poemas y Antipoemas para llevarlo aún más lejos en su búsqueda formal.
La cueca larga
Voy a cantarme una cueca
Más larga que sentimiento
Para que mi negra vea
Que a mí no me cuentan cuentos
Entre Versos de salón y Artefactos (1972), donde Parra lanza una serie nueva de antipoemas como tarjetas postales presentadas en una caja de cartón, el antipoeta publicó sus obras consideradas más importantes, como Canciones rusas (1967) y Obra gruesa (1969, un compendio de sus obras anteriores). Esta década, Parra la cierra con la obtención del Premio Nacional de Literatura. Con Artefactos, introduce lo que llamó el fragmento, una unidad donde el texto y lo poético se cruzan, y que es el símbolo más conocido de su estética personal. En estos años, la distancia de Parra con la izquierda artística y política se hizo insalvable.
En 1977 publica Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, donde le pone voz poética a un predicador ambulante, visionario y charlatán, inspirado en el discurso del Cristo del Elqui. Luego vendrían Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1979), Chistes para desorientar a la poesía: Chistes parra desorientar a la policía (1983), Coplas de Navidad (1983), Poesía política (1983) y Hojas de Parra (1985).
Este último libro reúne textos escritos entre 1969 y 1985, que puede servir como ejemplo de su evolución como antipoeta, refelxionando sobre las problemáticas comunes del hombre contempráneo y el devenir político de esos años en el mundo.
No creo en la vía violenta
me gustaría creer en algo – pero no creo
creer es creer en Dios
lo único que yo hago
es encogerme de hombros
perdónenme la franqueza
no creo ni en la Vía Láctea
De este libro es el antipoema El hombre imaginario, uno de los más conocidos de su obra y que a su vez marca una distancia con el tono irónico y lenguaje coloquial que ha desarrollado. A la manera de Parra, es un poema de amor y de pérdida.
El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de arboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario
De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios.
Hojas de parra ha sido considerado una de las obras más importantes de Parra y un resumen adecuado de toda su trayectoria lírica. La reedición que Ediciones Diego Portales hizo del libro el 2013, hay un texto de Harold Bloom -el principal crítico literario de EEUU- que dice: "Nicanor Parra es, incuestionablemente, uno de los mejores poetas de Occidente".