Cuecas, Bach y ramas de pino: el popular funeral de Parra en Las Cruces

nicanor

Ayer fue enterrado en el patio de su casa el antipoeta muerto a los 103 años. Lo despidieron su familia, amigos y vecinos.


"Estamos celebrando la resurreción de don Nicanor", dijo ayer, pasadas las 10 de la mañana, el cura encargado de la misa en la parroquia La Asunción de Las Cruces. En la primera fila del recinto se ubicaron los familiares del antipoeta fallecido el pasado martes en la madrugada, a los 103 años. Entre ellos Catalina, hija mayor de Parra, y Colombina, hija menor junto a su marido José Ureta. También sus sobrinos Isabel y Nano Parra. Entre los nietos figuraba Josefina Cristalina, Violeta, Cristóbal Tololo Ugarte y su padre Pablo, acompañado de su pareja Sofía Le Foulon. Junto a ellos una conmovida presidenta Michelle Bachelet.

Además, en la iglesia, había amigos y cercanos del autor de Manifiesto como los escritores Raúl Zurita, Rafael Gumucio, Patricio Fernández, Rodrigo Rojas, Pedro Montes, Matías Rivas y Emilio de la Cerda, mientras afuera miles de personas se acercaron a las puertas de la iglesia. Adentro sonaba el tema Gracias a la vida.

Entre los asistentes se confundía Ricardo Chamaco, uno de los hijos mayores de Parra. Miles de personas se agolparon en la iglesia ubicada en lo alto del balneario de la región de Valparaíso. Carteles con frases de despedida, globos y flores, colgaban de rejas, ventanas y puertas de las calles del sector. Al paisaje del adiós se sumó un grupo de vendedores con fotos del autor a $ 500.

"Parra sabía muy bien que había discursos buenos y discursos malos", dijo el religioso a cargo de la misa parafraseando parte del Discurso del Bío Bío. "El mío será malo qué duda cabe/ Pero corto", agregó el párroco sacando risas de los asistentes, quienes esperaron desde temprano el cortejo. Pasadas las 7 am, éste salió desde la Catedral de Santiago, lugar donde el miércoles fue el velatorio masivo.

"Estamos alegres, con sentimientos encontrados... Hay tristeza, pero también felicidad por las muestras de cariño", dijo Tololo, quien en el patio de la casa de calle Lincoln fue el primero en cortar una rama de pino, para depositarla en la fosa sobre el ataúd de su abuelo, previo a cubrirlo de tierra.

Antes eso sí, el cortejo salió de la parroquia acompañado de los vecinos y admiradores que avanzaban entre aplausos para Nicanor Parra Sandoval. Luego, hacia la playa Las Cadenas, siempre seguido de las personas a pie, para minutos más tarde llegar al barrio Vaticano donde vivió los últimos 20 años. A metros de la entrada estaba estacionado su auto Volkswagen escarabajo, que dejó de manejar cuando cumplió un siglo de vida.

Ataúd a chorro

"Tengo infinitos recuerdos. Han sido días muy raros, porque no era una sorpresa y sin embargo, es sorpresivo todo", dijo ayer Rafael Gumucio, quien cerca de las 11.30 ingresó al patio de la casa, junto a unas 40 personas entre familia y autoridades, para la despedida final. El lugar, el elegido por Parra: una de las terrazas del Castillo Negro, incendiado a mediados de los 80, y que mira al mar.

Entre los presentes estaba el alcalde de El Tabo, Emilio Jorquera, el ministro de Cultura, Ernesto Ottone y la presidenta Bachelet, que después acompañó el canto de cuecas. "Si ellos quieren hacer un museo con la casa o crear una fundación siempre los apoyaremos", comentó el alcalde.

Pero antes, cuando el cajón aún no estaba tapado con tierra, hubo un largo silencio. Hasta que una nieta recitó de memoria el poema más reconocido de Parra, El hombre imaginario. Después Tololo comenzó a sacar ramas de un pino para dejar sobre el atáud. Hicieron lo mismo en seguida, quienes lo rodeaban, como Ricardo Chamaco y el abogado Luis Valentín Ferrada. Luego las paladas de tierra, y por un parlante empezó a sonar la Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach. Mientras, Tololo pidió que subieran el volumen de la composición que alude al sufrimiento y muerte de Cristo.

El artefacto "Voy & Vuelvo", que acompañó el cajón en todo el velorio, estaba sobre la manta tejida por la mamá Clara, que ahora cubría la tierra. Una cruz blanca encabezaba el sencillo espacio donde Parra podrá ser visitado por todos. Por cerca de una hora y media, la despedida continuó con música popular. "¿Dónde está la familia Parra?", dijo una sobrina dando paso a una guitarra y el canto nuevamente de Gracias a la vida. Después, cuecas choras, temas de su hermano Roberto como La vida que yo he pasado, milongas, y las palmas que daban paso a sonrisas y la conversación entre los presentes. En un momento llegó su nana Rosa Avendaño, que incluso inspiró un poema del autor de Memoria de un ataúd, con su hermana Janet.

"Dios te da la bienvenida sobre un atáud a chorro./ Hijo ilustre, campesino,/ voz de este pueblo entero/ Ese camino lo siguen los peregrinos", cantó un payador presente.

Ya cerca de las 13.30 la familia permitió el acceso a público. En fila, ordenados por Carabineros, entraron a dar el último adiós. Dos horas más tarde, y después que cientos de personas ya había ingresado, se cerró la puerta de madera. La familia señaló que la próxima semana otra vez se abrirá el recinto para los visitantes.

En ese lugar como en la casa de La Reina, Parra conservaba pinturas y arpilleras de Violeta. "Hay que cuidarlas y recuperarlas para hacer lo que quería ella, una obra para Chile", comentó Isabel hija de la artista.

"Me dicen que me parezco a Rodolfo Valentino, que canto como Gardel..." decía la cueca que ayer se escuchó, una, dos, tres veces, de las favoritas de Nicanor Parra.

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