Se fue de Chile cuando tenía 21 y hace al menos 20 años que no visitaba Frutillar. A pesar de que en innumerables ocasiones había recibido la oferta de participar nunca había dirigido en las Semanas Musicales de la misma ciudad: enero es un mes difícil para los directores de orquesta. Sin embargo, cuando este año la oferta incluyó a la Sinfónica Nacional Juvenil, el director Maximiano Valdés (1949) decidió hacerse un espacio en su agenda.

Así es como finalmente ayer dirigió a la Orquesta Juvenil que presentó el Primer concierto en re mayor de Mario Castelnuovo- Tedesco junto al guitarrista Emmanuel Sowicz. Más tarde llegó el turno de la Sinfonía N°4 de Mahler acompañada de la soprano Paulina González.

"Aquí todas las orquestas vienen con obras grandes, entonces Mahler era simbólico en ese sentido. Acepté con gusto dirigir a la Sinfónica Juvenil", dice Valdés. Hoy el protagonismo se lo llevará la Séptima sinfonía de Beethoven. "Es fundamental que los alumnos trabajen a los compositores clásicos. Son los que realmente forman a una orquesta. Esta sinfonía es una obra que toda orquesta joven y todo músico debe tocar", dice Valdés. Dicha pieza será acompañada por la interpretación de Díptico de Fernando García y La muerte de Alsino de Alfonso Leng.

¿Qué significa la Cuarta sinfonía en la carrera de Gustav Mahler?

Es quizás su obra más íntima. Tiene que ver con momentos de su vida en los que estudiaba el devenir del ser humano desde su origen material a su finalidad espiritual y también con el ciclo de canciones que escribió llamado El cuerno mágico de la juventud. Es una visión casi infantil y muy cándida del mundo desde la inocencia. Muestra la habilidad de descubrir la belleza sin estar contaminados ni manipulados. Textos sagrados cantados de una manera un poco irreverente y eso le da un carácter jocoso. Es la visión del mundo a través de los ojos de un niño que va un poco de la mano con la Orquesta Juvenil, que lo toca con esa frescura e inocencia.

¿Cómo es dirigir a la Sinfónica Juvenil?

En EE.UU. y Europa trabajé con orquestas jóvenes, entonces sé cómo moverme en este mundo. Ahora, la Orquesta Juvenil de mi país tiene otro significado, porque tiene una energía y entusiasmo difícil de encontrar en otras partes. Además, posee un nivel técnico que le permite hacer el repertorio más difícil. Son muy serios, están preparados y tienen una visión que ojalá se aplicara a toda la sociedad: prepararse con anticipación para prever incidentes que pueden alterar la calidad de una ejecución.

¿Qué ha pasado con la idea de llevar a la Sinfónica a Puerto Rico, donde usted es titular de la orquesta principal?

Estamos en eso. Hay cambio de gobierno y tenemos que ver cómo conseguir el dinero, pero yo tengo la firme intención. Se supone que tocarían entre el 17 de marzo y 20 de marzo del 2019.

¿Qué ha pasado con la Sinfónica de Puerto Rico tras el huracán?

Tuvimos que cambiar muchas cosas. Fue un drama considerable y saqué a la orquesta a tocar en los refugios donde la gente dormía. Fue una experiencia fuerte porque estamos acostumbrados a tocar para públicos selectos. Te encuentras con 90 músicos que tocan para gente desamparada. La orquesta quedó feliz porque nos dimos cuenta de cuán necesaria es en un momento tan difícil. Ahora estamos retomando poco a poco nuestra temporada normal.

¿Qué le parecen las palabras del director del Teatro Municipal, Frédéric Chambert, sobre la posible reducción de personal en el recinto?

Los problemas hay que afrontarlos. No sacamos nada con no hablar de ellos y con esconderlos porque aparecen de todas maneras. Hay un problema financiero en el teatro y hay que resolverlo, pero yo espero y creo que la solución no pasa por reducir cuerpos estables ni por poner en peligro la calidad del teatro. Lo importante aquí es darse cuenta de que al teatro hay que ayudarlo y todos tenemos que cooperar.

¿Y las críticas que hay sobre el repertorio y la disminución de artistas nacionales?

En cuanto al repertorio, todos los que programamos orquestas y festivales tenemos el mismo problema: el público pide obras internacionales y conocidas. Es un gancho para que vengan. Eso hay que alternarlo con propuestas nuevas, sino la música sería un museo. Vivo fuera del país y veo que hay muy pocos colegas chilenos en el circuito internacional y me digo: nosotros debiéramos producir excelentes músicos y para eso este programa de orquestas juveniles es fundamental. También es importante que las instituciones difundan música y ayuden a jóvenes intérpretes a que tengan trabajo en Chile y puedan salir.