Fue un lunes por la tarde cuando Nicanor Parra, acompañado de su hija Colombina y otros miembros de la familia, salieron en una camioneta de la casa de calle Lincoln 113, en Las Cruces. El balneario donde el antipoeta se había instalado hace dos décadas. No fue un día cualquiera. Era el lunes 4 de septiembre de 2017. Al día siguiente el autor de Discursos de sobremesa cumplió 103 años.

Pero ese día lunes Parra viajó por el borde costero hasta llegar a Avenida Barros Luco, en San Antonio, donde se ubica la primera notaria de la ciudad. Cerraría un trámite importante, del que se había referido en varias oportunidades, pero que no había concretado. Llegando a la calle principal del puerto se desplazó en silla de ruedas, junto a su hijo Ricardo. Nicanor Parra legalizó su testamento. Pocos meses después, el 23 de enero, el artista nacido el 5 de septiembre de 1914, falleció en su hogar de La Reina, en Santiago, a los 103 años.

En el testamento abierto, al que tuvo acceso Culto, Parra firmó con letra temblorosa. En él designó a su hija menor, Colombina (47) como albacea de su legado, quien deberá hacerlo efectivo. Además, la eligió como "única heredera de mi cuarta de mejoras y la cuarta de libre de disposición". El antipoeta tuvo seis descendientes de tres matrimonios distintos y Colombina pertenece al último.

Los tres primeros hijos del autor de Artefactos son Catalina, Alberto y Francisca nacidos, en la década del 40, del matrimonio con Ana Troncoso. Ricardo es hijo de la unión del antipoeta con Rosa Muñoz. En los 70 nacieron sus últimos descendientes, la mencionada Colombina y Juan de Dios Barraco, hijos de Nury Tuca, fallecida en agosto de 2014.

Patrimonio

La ley en Chile contempla que la mitad de los bienes del testador se repartan entre todos sus herederos. El otro 50 por ciento se divide en un 25% denominado cuarta de mejoras y en un 25% llamado cuarta de libre disposición. El primero se debe dar a los mismos descendientes, mientras que el segundo puede ir a cualquier persona dentro o fuera de la familia.

En el caso del testamento de Nicanor Parra se especificó que ambos 25% fueran a manos de Colombina Parra, quien con esta parte y lo que le corresponde por ley tendrá en total el 58,3% de la herencia.

Al momento de fallecer, Parra mantenía cuatro casas y otras propiedades. Una en Isla Negra, otra en Conchalí (hoy Huechuraba), Las Cruces y La Reina. Esta último mantiene un avalúo fiscal por $ 518 millones. Además, conservaba terrenos en Peñalolén avaluados en $ 300 millones. Igualmente se suma su valioso patrimonio cultural, que incluye los derechos de autor administrados por la prestigiosa agencia española Carmen Balcells.

Antes de que se conociera este testamento, la hija mayor Catalina Parra (77) había ya manifestado diferencias con sus medios hermanos, Juan de Dios, Colombina y su hijo Cristóbal Tololo Ugarte, uno de los nietos más cercanos a Parra. La artista radicada en Nueva York dijo a revista Ya: "Ojalá que no tuviera que gastarse una fortuna en abogados y que terminemos con esto en un show terrible. Son seis hermanos. (...) Y diferentes ramas de la familia, va a ser delicada la tarea".

Finalmente sus declaraciones fueron una profecía autocumplida. Su equipo de abogados es importante y se sabe que buscarán cambiar el testamento, primero por la vía de las conversaciones y si es necesario a través de una impugnación.

Catalina Parra y su hermano Alberto recurrieron al estudio Grasty Quintana Majlis. El equipo que formó el profesional Arturo Majlis para tratar este caso lo integran otros abogados de su estudio, como Jorge Meneses, Claudio Feller y Franco Achiardo, a quienes se sumó el ex ministro del Interior Jorge Burgos.

Los encargados de representar a esta facción de la familia tienen "grandes dudas" sobre la salud mental de Parra al momento de efectuar su testamento. Esto se refleja, señalan, en la firma del autor, temblorosa, lejos de su característica letra de profesor. Y apuntan a que Colombina se hizo un testamento a la medida.

Aún así ayer hubo un primer acercamiento entre Luis Valentín Ferrada, abogado de Colombina Parra, y Jorge Burgos, que asesora al estudio que defiende a Catalina Parra.

"Catalina Parra está justamente hablando ahora porque sabía que había un testamento y esperó a que se muriera mi abuelo para impugnarlo, cuando en realidad los últimos siete años ella estuvo ausente", señaló ayer Tololo Ugarte, quien el día jueves 25 de enero, en Las Cruces, en el entierro de Parra, estuvo acompañado del abogado Luis Valentín Ferrada.

"Hay cientos de testigos que avalan que Nicanor Parra se encontraba absolutamente lúcido hasta el final de sus días", señaló ayer a Culto Ferrada ante las dudas planteadas por los hijos mayores de Parra.

Luego agregó: "Siempre es posible llegar a acuerdos, de manera tal que se obtengan soluciones de mayor armonía. Hasta ahora el testamento de Parra sigue siendo ley para las partes y mientras no haya una sentencia judicial que dijera que es inválido, se debe cumplir lo que se estipuló en el testamento", agregó Ferrada, quien cuenta que Nicanor además dejó instrucciones estipuladas en varias cartas.

En el breve documento testamentario, hecho en la presencia de la notaria pública Ximena Ricci, se asegura que Parra Sandoval "demuestra encontrarse en su sano y entero juicio".

Entre los testigos y firmantes del testamento está la amiga de Parra, María del Carmen Fariña. Consultada por el tema, ayer señaló: "Puedo decir que fui testigo de su voluntad legal. Y ese día estaba mejor que nunca. Tenía clarísimo qué íbamos a la notaría".

Al funeral, en el litoral central, solo llegaron tres de los seis hijos: Catalina, Ricardo y Colombina. Es probable que en las próximas semanas se vuelvan a reunir los descendientes en la memoria del padre.