Camila Cabello (20), la cantante de origen cubano-mexicano criada en Estados Unidos y ex integrante de Fifth Harmony, es una de las apuestas más fuertes de la temporada. Desde el retiro del conjunto montado en los bastidores de The X Factor, ha trabajado con los mayores nombres del pop a la búsqueda de una personalidad musical que ha mutado desde lo bailable cantando con Pitbull y J Balvin, a probar con letra de Sia el rol de una heroína gótica con Crying in the club, y que impensadamente no fue un éxito.
La sugerente portada de este álbum debut con su imagen sudorosa anticipa que el plan promocional se inclina por explotar el origen cuando aún está tibio el éxito planetario de "Despacito". El single "Havana", que ha escalado hasta el número uno en Norteamérica y Reino Unido, cuenta con un gran video que ironiza sobre la cultura morena inserta en EE.UU., aunque la canción es flojísima.
En el resto de este disco, Camila Cabello se empecina en demostrar competencia en distintos estilos como si aún estuviera en un show de talentos televisivos. El promocionado condimento latino queda en mero enunciado que solo colorea superficialmente algunas canciones.
Es una cantante versátil con la oportunidad de lanzar su carrera con los mejores. La abundancia de opciones la deja en suspenso. Cumple con todos los requisitos sin destellar en ninguno. Y en el pop si no brilla, no vale.