Pocas horas después de que Nicanor Parra fuese enterrado en Las Cruces, el pasado jueves 25 de enero, y una vez que las visitas y el ruido habían cesado, su hija Colombina (47) soltó el celular y evitó encender la radio y el televisor. Rodeada de pocos, entre ellos su hijo Cristóbal Tololo Ugarte y Ricardo Chamaco, su medio hermano, la cantante y albacea del legado de su padre optó por guardar silencio ante la polémica por los dichos de la mayor de los seis hermanos, Catalina, quien ya anunció que impugnará el testamento del antipoeta. Al margen de todo y sin dudarlo mucho, Colombina decidió además instalarse momentáneamente en la misma casa ubicada en la calle Lincoln, muy cerca del mar y donde el fallecido autor de 103 años había llegado a vivir en los 90.
"Estuve viviendo mi duelo tranquila en Las Cruces, donde he estado más instalada junto a Chamaco", dice Colombina al teléfono durante un fugaz paso por Santiago. "Sentía que todavía no era el momento de decir nada porque mi papá se acababa de morir y para mí eso fue fuerte. Necesitaba introspección, estar con él, cerca de su tumba", agrega.
-¿Cómo estaba la salud de su padre?
-Yo estuve con él desde la Navidad hasta el día en que murió, y estaba bien, muy tranquilo. Hicimos paseos a Isla Negra, a Cartagena, y todo estuvo normal. Yo aproveché de estar muy cerca de él también, como cuando era niña. Ese es el recuerdo que tengo hoy y con el que me quedaré.
Ayer por la mañana, la penúltima hija del autor de Artefactos publicó en su muro de Facebook una carta que a los pocos minutos se plagó de likes y comentarios. "Sr. director: dada la muerte de mi padre me veo en la obligación de aclarar que el fin último de su testamento es la preservación de la mayor parte de sus bienes al servicio de Chile y más aún, del mundo entero", anotó.
"Lo que mi padre puso en mí fue la misión de llevar esa idea a la práctica, no favoreciéndome por sobre mis hermanos porque se trata de bienes de los cuales yo no puedo disponer sino que poner al servicio de una fundación que a futuro desarrolle el estudio de toda su obra (...) Es importante también para mí aclarar que todo el trabajo que se viene a futuro es una misión que debiéramos llevar en conjunto, hermandad en la que ojalá todos participemos", se lee en el mismo texto.
-¿Por qué decidió romper el silencio a través de una carta?
-Para mí no es romper el silencio, sino una aclaración por si es que aún hay dudas al respecto de cuál es el futuro que se viene por delante.
-Ud. hizo un llamado a la "hermandad", a "trabajar juntos". ¿Ha conversado con sus otros hermanos?
-Sí, con algunos. Con Barraco, por ejemplo, y con Chamaco, con quien he estado en Las Cruces. También con Francisca, a través de sus hijos.
-¿Y con Catalina, cómo tomó Ud. sus declaraciones?
-Pucha, yo creo que cada uno tiene sus momentos y vive el duelo de manera distinta. Yo no haría juicios de valor con respecto a lo que cada uno ha pasado en estos días, porque cuando se muere un papá es algo fuerte y todos reaccionamos de manera distinta. Creo que todo va a estar bien y que se viene un futuro que podemos construir entre todos.
-¿Cuándo se formará la fundación?
-Yo creo que se va a ir concretando en la medida en que nos vayamos comunicando, y como digo en esa carta, es importante que todos nos sumemos y que quienes hemos sido parte de la historia de nuestro padre, podamos construir algo valioso para el mundo. Eso quería él. Es un trabajo que se viene realizando hace bastante tiempo, del 2000 al menos, pero el primer gran paso fue restaurar la casa de La Reina, que está volviendo a ser el lugar que era en todas las épocas en que mi padre la habitó. Esa casa tiene una particularidad bien simbólica, y es que se refleja mucho la antipoesía. Está construida a trozos y ha ido creciendo espontáneamente, y cada parte es como un artefacto. Además, tiene mucho del espíritu de la familia Parra, y no solo por mi papá, sino porque por ahí pasaron todos los hermanos; la Violeta, Roberto y también Lautaro y Eduardo. Todos se juntaban ahí y podían estar tres días tocando cueca.
Cuando ya había cumplido 103 años, fue el propio antipoeta quien pidió echar a andar, a su familia y a Emilio de la Cerda, director de la Escuela de Arquitectura de la UC, la llamada Operación Inventario con el fin de registrar su patrimonio y hacer un catastro de las cuatro casas en las que vivió, en La Reina, Las Cruces, Isla Negra y Conchalí, hoy Huechuraba. "En esa labor, la UC ha sido fundamental, y a futuro sería importante también que las ediciones que ha hecho la U. Diego Portales con la obra de mi padre tuvieran relación con la UC, por toda ese vínculo que él tuvo con la universidad", dice Colombina. "Veo un futuro de la mano entre ambas instituciones, pero es algo que tendremos que hablar".
-¿Qué se ha logrado inventariar?
-Hay dos bibliotecas, la de La Reina, que era la originaria, pero cuando mi padre se fue a vivir a Las Cruces se llevó muchos de esos libros para allá, entonces hay una cantidad considerable, alrededor de unos 8 mil libros. En Las Cruces está todo Shakespeare, porque él estuvo muy metido en Shakespeare en sus años en Las Cruces. También una gran colección sobre Diego Portales. Incluso, hay una sección a la que él le llamaba La Pastelería, que era el garaje donde estacionaba su escarabajo y que luego se convirtió en un garaje-biblioteca, con ventanales al mar, y que se fue llenando de otros libros que le fueron llegando a mi papá de regalo.
-¿Por qué no han incluido aún las casas de Isla Negra y Conchalí?
-Aún tenemos que conversarlo entre todos. En Isla Negra mi papá hizo los Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, y en Conchalí El hombre imaginario, pero hay que hablarlo.
-Como su albacea, ¿será Ud. quien dirija la fundación?
-No necesariamente, pero si lo tengo que hacer, lo haré, pero dejo también la puerta abierta a otro hermano, a otra hermana o también a un externo que tenga la voluntad de hacerlo. Estoy dispuesta a que lo trabajemos entre todos, en verdad.
-¿Por qué si su padre tenía en mente este archivo y hasta una fundación, nunca se llevó a cabo antes?
-Porque yo misma no estaba preparada en ese momento. También sentía que hacer una fundación con mi papá en vida habría sido despedirnos antes de tiempo, y yo lo quería seguir viviendo como padre, no como el autor. Tampoco que sus casas se convirtieran en museo en vida, era raro imaginarme todo eso. Pero mi padre siempre soñó con tener su propia antifundación, siempre nos habló de eso y escribió varios poemas que lo insinuaban. Hacía varios chistes al respecto, pero también hablaba muy en serio, y así es como lo estoy tomando ahora.