Malva, la novela escrita por la poeta holandesa Hagar Peeters, narra la breve historia de la única hija que tuvo Pablo Neruda en su primer matrimonio con María Antonieta Hagenaar, la "Maruca" como era conocida. Apenas nació la pequeña Malva Marina Trinidad Reyes Basoalto en 1934, se le diagnosticó con la enfermedad de hidrocefalia.

"Mi nacimiento fue como un accidente de tráfico. Me detuve en seco, me quedé atrancada, retenida en un lugar a media vida entre el interior y el exterior del útero, en un túnel negrísimo. Tuvieron que tirar de mí con mucha fuerza para extraerme hacia la luz del día. No es de extrañar considerando el tamaño que tenía mi cabeza ya entonces, aunque su verdadero e imparable crecimiento aún no había empezado. Así y todo lograron sacarme y fui a parar a una fría habitación de hospital que excluía eficazmente el tórrido calor de Madrid…", consigna El Mundo, citando las primeras letras de la novela que ahondan en la vida de la pequeña.

El nacimiento de una hija con problemas no estaba en los planes de Neruda. Según el periódico español, en un principio el premio Nobel de Literatura se mostró ansioso por la venida de su primera hija. "Malva Marina, ¿me oyes? ¡Ven, Vicente, ven! Mira qué maravilla. Mi niña. Lo más bonito del mundo", citaron en la publicación en referencia a las palabras de Vicente Aleixandre, poeta español y amigo de Neruda. Pero luego, cuando comenzó a dimensionar los males que aquejaban a la niña, Pablo Neruda fue sumergiéndose en la desilusión.

Finalmente en 1936 y tras huir de la guerra civil española, Neruda abandona a su mujer y a su hija en Montecarlo, según narra El Mundo.

En la publicación señalan que "Maruca" viajó a Holanda con su hija, donde se radicaron en la ciudad de Gouda. Allí "Malvita" pasó al cuidado de una familia cristiana, mientras que su madre buscaba trabajo para mantenerla.

El 2 de marzo de 1943, y con apenas 8 años de edad, la pequeña Malva Marina fallece producto de la enfermedad que la afligía. María Antonieta Hagenaar, su madre, avisa a través del consulado chileno en La Haya la lamentable noticia a su progenitor, a quien pide reunirse. Pero, según la crónica española, "el silencio fue la respuesta" de Neruda.