Es difícil evitar las comparaciones deportivas. Al mundo artístico no le gustan, pero a la larga los premios tienen tanta épica, sudor y lágrimas como una buena final en los 100 metros. O tanta confusión, mareos y energía como un combate a 12 asaltos. Con el perdón de los nominados al Oscar a Mejor Película Extranjera, este sábado en la mañana hubo un reconocimiento de púgiles en los cuarteles generales de la Academia de Hollywood y en esa misma tarde una pelea de ensayo donde Sebastián Lelio y Daniela Vega ganaban con ventaja en los Film Independent Spirit Awards. Ayer, en los Oscar, el triunfo fue por nocaut.
La victoria del largometraje de Sebastián Lelio (1974) fue algo así como la coronación perfecta para una carrera de fondo que empezó con viento y popa en el Festival de Berlín 2017 (donde ganó Mejor Guión) y que ayer llegó a una meta impensada que se tradujo en el primer Oscar a Mejor Película Extranjera para Chile. Se trata del segundo país en Latinoamérica en obtener el reconocimiento después de Argentina, que se llevó la estatuilla en 1986 por La historia oficial y en el 2010 por El secreto de sus ojos. No hay más naciones en nuestro continente que lo hayan logrado.
La entrega del premio ala cinta chilena fue temprano y la ceremonia acabó cerca de las 1.45 de la mañana con La forma del agua con cuatro Oscar, Dunkerque con tres y Tres anuncios por un crimen con dos.
A las 11.25 de la noche la actriz puertorriqueña Rita Moreno ya estaba arriba del escenario del Teatro Dolby para leer lo que decía el sobre en la categoría de Mejor Película Extranjero. Había una buena pista de lo que podía venir: Moreno habla español y de alguna manera delató todo cuando río antes de leer las palabras de Una mujer fantástica inscritas en el papel.
Sebastián Lelio subió acompañado de los actores Daniela Vega y Francisco Reyes y de los productores Juan de Dios Larraín y Pablo Larraín, que también es el director de No, Neruda y Jackie. Con un aplomo y una seguridad inusuales en este tipo de ceremonias.
"Esta película fue realizada por un grupo de varios amigos y artistas y quiero compartir este premio con todos ustedes", comenzó diciendo Lelio. Luego agregó: "Quiero agradecer a todos desde Sony Classics hasta Participant Media, Komplizen Films y Setembro, pero también a mi esposa Virginia: te amo, para siempre".
Ya fuera del escenario, mientras Pablo Larraín lo grababa junto a Rita Moreno, poco antes de la rueda de prensa, Sebastián Leliodecía: "Estoy tremendamente emocionado y confundido por todo esto, ha sido todo un torbellino". A su lado el productor Juan de Dios Larraín lo acompañaba: "Llevamos 15 años trabajando como perros para esto". Así aludía al tiempo de funcionamiento de la compañía Fábula, casa productora de las últimas tres cintas de Sebastián Lelio, de las producciones de Marialy Rivas y, por supuesto, de Pablo Larraín, entre otras.
El huracán Daniela
Las señales de luz que desde la pista de aterrizaje del Teatro Dolby se daban a Una mujer fantástica eran bastante visibles desde lejos y no importó la niebla que otras películas pudieron dejar caer de vez en cuando. De hecho, la señal más evidente fue cuando a Daniela Vega la nombraron presentadora de uno de los premios de la ceremonia hace unos días atrás.
Se puede decir que el golpe de Una mujer fantástica fue rápido y vino todo más o menos al mismo tiempo. Cuarenta y cinco minutos después del Oscar extranjero, Daniela Vega, vestida con un traje de la diseñadora rumana Maria Lucia Hohan subía al escenario para presentar uno de los temas nominados a Mejor Canción, en este caso de la película Llámame por tu nombre. Era nada menos que "Mystery of love", que en el Dolby interpretó su compositor Sufjan Stevens, uno de los músicos más sobresalientes de la escena indie.
Si Lelio tuvo serenidad en sus palabras, lo de Daniela Vega fue personalidad de sobra. "¿Pueden sentir la realidad, pueden sentir el amor?", le dijo al público del teatro mientras iba narrando de qué se trababa la cinta. Es decir, mientras iba contando que era una historia de amor entre dos hombres jóvenes en el norte de Italia. Fue, de paso, la primera vez en la historia de los Oscar que una actriz transgénero presentó un premio.
Por si fuera poco, cuando las acrices Ashley Judd, Salma Hayek y Annabella Sciorra hablaron a nombre del movimiento #MeToo y se mostraron varios clips de filmes nominados uno de ellos fue repetidas veces Una mujer fantástica, en particular el rostro de Daniela Vega.
Ya fuera de los premios y enfrentado a las preguntas de la prensa, el realizador chileno Sebastián Lelio habló con prestancia. Sus palabras fueron claras, abiertas y también con diagnósticos sociales de por medio.
"Estoy en Júpiter. No me puedo creer que haya pasado esto. Estoy sorprendido... Sabía que la película estaba entre las favoritas, pero nunca te lo crees hasta que ocurre. Estoy feliz por todo el equipo", comentó en el Hotel Loews, conectado internamente con el teatro Dolby. Agregó, refiriéndose a las implicancias sociales de la película: "Es un honor representar a Chile y a la lengua española. Estamos pasando como sociedad, no solo en Chile, por una crisis con los límites de la empatía. Existen personas ilegítimas y amores ilegítimos cuando no hay daño de por medio. ¿Bajo qué autoridad? Tenemos que hacernos cargo de esa pregunta desde el amor y no desde el miedo", señaló.
Luego remató con algo de contingencia política: "Tuvieron que pasar muchos años en Chile para que el Estado reconociera a las personas transgénero. Ahora vamos a afrontar un nuevo gobierno de derecha, muy conservador, y va a ser un paso atrás al respecto, pero espero que este premio amplifique el mensaje y ayude a dar relevancia a un asunto urgente".
Durante la tarde del sábado Una mujer fantástica había obtenido el mencionado premio a Mejor Película Internacional en el Film Independent Spirit Award, galardones de la industria del cine independiente que en los últimos años se han transformado en un inesperado barómetro de lo que vendrá después en los Oscar.
Rodada con un presupuesto mayor a los filmes anteriores de Sebastián Lelio, Una mujer fantástica era un proyecto de larga historia y de alguna manera iba a ser una suerte de contraparte masculina a Gloria, el hit de Lelio que primero lo puso en Berlín, en el año 2013. Con el paso de los meses y al mismo tiempo que el director de La sagrada familia (2005) conoció a Daniela Vega, aquella narración germinal centrada en un hombremaduro y solitario se transformó en lo que todos conocen: la batalla por la dignidad que emprende una mujer transgénero después de que su novio muere en sus brazos y la familia de éste decide humillarlo sin piedad ni misericordia.
Pero en este tipo de premios se suelen juntar las predicciones fracasadas, los errores por una nariz y las profecías autocumplidas. Fue, por ejemplo, el caso del Oscar a Mejor Director: siguiendo los pronósticos de todo el mundo, llegó a Guillermo del Toro, el realizador mexicano tras La forma del agua, que de esta manera se unió al club de "los tres amigos" mexicanos que han obtenido este galardón: los otros son Alejandro González Iñárritu por Birdman y Alfonso Cuarón por Gravedad.
Lo que no se esperaba era que la fantasía de Guillermo Del Toro se quedará con un doblete de oro, recibiendo además el Oscar a Mejor Película, el más importante. En ese sentido, una eventual damnificada fue Tres anuncios por un crimen que iba en esta categoría con más posibilidades. Pero peor fue la suerte de Lady Bird, que postulaba a cinco Oscar y no ganó nada.
A nivel de lo predecible fue la estatuilla a Mejor Actriz y Mejor Actor: Frances McDormand por Tres anuncios por un crimen y Gary Oldman por Las horas más oscuras. Es decir, por sus roles respectivamente como una mujer cuya lucha por la justicia es más grande que la vida y como, nada menos, que Winston Churchill.
El primer triunfo chileno
El primer chileno en recibir la atención de la Academia de Hollywood fue Miguel Littin: en 1976 el realizador estaba exiliado en México y postuló al Oscar a mejor película extranjera con Actas de Marusia, producida por el país azteca. Seis años después Littin volvió a la misma competencia con Alsino y el cóndor, esta vez por Nicaragua.
Siendo rigurosos, recién en 2013 No de Pablo Larraín puso por primera vez a Chile en el radar del Oscar: ese año, sin embargo, el triunfo fue para el austríaco Michael Haneke y su cinta Amour.
Pero hace dos años, Gabriel Osorio y Pato Escala dieron la sorpresa: lograron el primer Oscar para el cine chileno con su corto animado Historia de un oso.