El saxofonista no llegó porque se había quedado dormido y a Oscar Soto no le quedó otra que inventar ahí en el mismo estudio de grabación esa clásica introducción de guitarra eléctrica que originalmente estaba pensada para un bronce y que se transformaría en una de las entradas más reconocibles de la música popular chilena.
El estreno en radios de "El Rock del Mundial", en abril de 1962 (y que ya habían mostrado por primera vez en vivo en el Festival de Viña de ese año), no sólo perfiló el mayor éxito comercial que haya tenido hasta ese entonces alguna canción publicada en el país: se calcula que en un mes vendió lo que los sellos establecidos facturaban en un año, es decir, más de 600 mil copias. La melodía inspirada en el venidero Mundial de fútbol, permitió el arribo del rock cantado en español.
Unos meses antes, Danny Chilean había sido el primer rocanrolero chileno en atreverse con la lengua madre con "Josefina", original de Fats Domino. Pero sería la creación del fallecido Jorge Rojas al frente de Los Ramblers la que empezaría a desterrar el viejo hábito de replicar a los de afuera y animarse por primera vez con la propia voz y la identidad local.
En Chile el rock entró con fútbol y también con cierto conservadurismo de estilo para una melodía que prefirió la matriz familiar y campechana de Bill Halley que el ritmo afiebrado y sexual de Elvis Presley.
Esa otra lectura del rock, la del mensaje por sobre el baile, la harían otros (Violeta Parra a mediados de la misma década). Pero la "fiesta universal" de Los Ramblers ya había cimentado el camino con un credo que se convertiría en fiel retrato de lo que "El rock del Mundial" significó para su época: "y dispuestos a la lucha/ entraremos en acción".