A lo largo de su historia, los Oscar han puesto la mirada de alguna u otra manera en el tema de la diversidad sexual. El proceso ha sido algo lento, dado que recién en 1971, y tras 42 años de su primera edición, hubo un filme propuesto para Mejor película que se atreviera a tocar el tema de la homosexualidad: Domingo, maldito domingo. En él, el personaje encarnado por el actor Peter Finch competía con una mujer por el amor de un joven científico. Sin embargo, no pudo contra el largometraje Patton.

Pero ya se sentaba un precedente. Las temáticas de la diversidad sexual comenzaban a ingresar. En 1972, Cabaret, que tenía un personaje bisexual (encarnado por Michael York), obtuvo sorpresivamente 10 nominaciones y ocho premios, pero no pudo contra El Padrino ni Marlon Brando en los galardones principales.

En la edición de 1975, Tarde de perros consiguió seis candidaturas, incluidas Mejor película, Mejor director y Mejor actor, pero debió conformarse solo con la presea al Mejor guión original. La cinta trataba indirectamente el tema transgénero, dado que era la historia de un habitante de Brooklyn (interpretado por Al Pacino) que asaltaba un banco para costear la operación de cambio de sexo de su pareja, que era un hombre.

Con la llegada de la década de los 80's, la Academia comenzó a mostrar mayor apertura. En la edición 1983, Silkwood contó con cinco nombramientos; entre estos el de Mejor actriz de reparto para la cantante Cher, quien interpretaba a una lesbiana. Sin embargo, el largometraje no ganó ninguna estatuilla.

Pero en 1985 destaca el Oscar entregado a William Hurt como Mejor actor por la producción brasileña El beso de la mujer araña, basada en la novela homónima del escritor argentino Manuel Puig. ¿El detalle? Interpretaba a Luis Molina, un homosexual.

En la entrega de 1993, la película Juego de lágrimas resultó con seis designaciones y ganó una (Mejor guión original). El filme tenía a una mujer transexual, Dil, dentro de sus personajes. Esta fue caracterizada por el actor Jaye Davidson, y su performance resultó tan impactante que fue propuesto para Mejor actor de reparto, aunque finalmente la distinción recayó en Gene Hackman.

Un año después, nuevamente el Oscar por Mejor actor se lo llevó un largometraje que tocaba el tema de la diversidad sexual. Fue para Tom Hanks por su soberbia interpretación del abogado gay Andy Beckett en Philadelphia. La franquicia tuvo cinco nominaciones y, además del citado premio, se impuso en la categoría de Mejor canción original.

Un hito importante se dio en la ceremonia del año 2000. El Oscar a la Mejor actriz se lo llevó una joven Hillary Swank por su rol como Brandon Teena, un joven trans, en Boys don't cry. La decisión de la Academia fue ampliamente comentada, tanto por la muy creíble actuación de Swank como por el desenlace de la historia.

Sin embargo, aún faltaba el galardón más importante: el Oscar a la Mejor película. Pudo ser Secreto en la montaña (2005) un drama de una pareja gay que ganó tres estatuillas (Mejor director, Mejor guión adaptado, Mejor música original) pero no la principal. Tampoco The kids are all right (2010), que cuenta la historia de una pareja lésbica y fue candidata al trofeo máximo junto con otras tres categorías.

Tuvo que llegar 2017 para que el Oscar a la Mejor película se lo llevase un trabajo que toca el tema LGTB. Moonlight, dirigida por Barry Jenkins, cuenta la historia de un joven homosexual, quien además es afroamericano.

Como vemos, el reconocimiento del tema de la diversidad sexual dentro de Hollywood implicó un lento y paulatino proceso, tal como en la mayoría de las sociedades del mundo. Por estos días en que en Chile se tramita la Ley de identidad de género vale la pena reflexionar -a través del arte- sobre el camino recorrido y las perspectivas que se abren en el tema.