El año 2011 la cineasta Marcela Said (45) estrenó el documental El Mocito, donde cuenta la historia de Jorgelino Vergara, quien fue mayordomo de Manuel Contreras y posteriormente trabajó en el cuartel Simón Bolívar, lugar de operaciones de la DINA. Mientras filmaba ese documental, conoció al ex coronel del ejército Juan Morales Salgado, quien había sido jefe de Vergara. "Cuando llegué a buscarlo no quería darme entrevista, no quería nada porque estaba procesado, esperando la condena", explica la realizadora. Morales era profesor de equitación en un centro en La Dehesa, y Said tomó clases con él durante dos años. Basada en esa experiencia, la también directora de I love Pinochet (2001) y El verano de los peces voladores (2013), escribió Los perros, película que cuenta con coproducción de Argentina, Alemania, Francia y Portugal.

Estrenada el año pasado en la Semana de la Crítica en Cannes, la cinta narra la historia de Mariana (Antonia Zegers), una mujer de 42 años, de clase acomodada, que vive rodeada de su padre (Alejandro Sieveking) y su esposo (Rafael Spregelburd). De a poco comienza a sentir atracción por su profesor de equitación (Alfredo Castro), un ex coronel procesado por delitos de derechos humanos, y con quien su familia tiene vínculos. Este jueves la película llega a salas, tras haber sido premiada en los festivales de cine de San Sebastián, Estocolmo, Huelva y Biarritz.

- Hay una contradicción entre la curiosidad de Mariana por saber qué oculta el coronel y el silencio que guarda. ¿Qué reflexión Ud. quiso hacer en la película?

- La película es ante todo el retrato de una mujer tratando de empoderarse y liberarse. Según yo, no lo iba a lograr porque pertenece a una clase social donde hay demasiadas complicidades. En este país las mujeres, incluso aquellas que parecen fuertes, han sido cómplices de muchas cosas. Pensaba en el feminismo que ha tenido tan mala propaganda, cuando no es más que querer luchar por igualdad de oportunidades. Es tan justo y normal, sin embargo este país está lleno de mujeres mantenidas que creen que eso está súper bien. Al principio yo quería reflexionar sobre la complicidad civil respecto de lo que aconteció en dictadura, y al escribir me di cuenta que estaba escribiendo la película sobre una mujer.

- ¿Qué simbolizan los perros? Se ve que Mariana tiene una sensibilidad especial con ellos.

- Lo primero que se me ocurrió cuando pensé en el título fue en una frase que había escuchado del Mocito (Jorgelino Vergara), que había dicho "nosotros somos perros, éramos unos perros". Es decir, que eran unos mandados, pero que al mismo tiempo habían sido violentos. Luego, está esta mujer rodeada de estos cuatro hombres, que para mí se convirtieron en los perros, en la violencia. También está el perro de Mariana, que al mismo tiempo es víctima. Entonces, simbolizan muchas cosas.

- ¿Qué dificultades tuvo al momento de hacer la película?

- La película se filma en desorden, y cuando hay personajes sicológicamente complicados como Mariana y el coronel, mantener ese estar atento a las escenas es súper complicado. También las escenas con caballos, porque cuando se te ocurre filmar con animales no es que ellos obedezcan. Además, Alfredo al inicio le tenía miedo a los caballos, y Antonia no sabía montar, entonces ambos tuvieron que entrenar para el rol. Aparte era una película que yo quería filmar oscura y Santiago tiene mucha luz.

- ¿Cómo recibieron los actores la invitación a participar en la película y enfrentar a estos personajes?

- A todos les gustó el guión, pero para el rol del padre antes de Sieveking había pensado en Jaime Vadell. Él tuvo problemas con el guión y no pude convencerlo. Luego pensé en Sieveking, pero no naturalmente porque tenía miedo a su edad, y la verdad es que luego sentí que fue un acierto porque el padre tiene la edad que tiene que tener. Aparte tiene una fuerza y elegancia natural que aportó mucho a la película. A Alfredo y Antonia les gustó mucho el guión.

- Finalmente la historia se cuenta desde las relaciones entre los personajes, más que a través del hecho histórico en sí.

- Porque es ante todo una película donde el ser humano y lo que le pasa es mucho más relevante. A mí lo que me interesaba era cómo estos personajes lidian con todo esto, sobre todo esta mujer. La película está en un contexto político acotado, pero la historia sin duda es la de Mariana, entonces la fuerza de la historia es este personaje femenino que tiene que lidiar con el padre, con el marido, con el hecho de que no encaja en el rol de madre. La película es mucho más Mariana y cómo ella navega en estas aguas oscuras, entre todos estos hombres, todos estos perros.

- ¿A pesar de los años transcurridos, aún hay temas pendientes sobre la dictadura?

- Nosotros no podemos deshacernos de nuestro pasado. Alguien decía, "todavía el tema de la dictadura", y esto no es sobre la dictadura. Esta película es una realidad del presente. Uno va a un club de equitación en Santiago y te encuentras con muchos ex militares que a lo mejor pertenecieron a la DINA; esto no lo inventé yo, es así. Porque el pasado nos persigue y nos habita. Una de las mayores dificultades que tuve al pensar el guión fue cómo traer el sentimiento de impotencia y el pasado a la pantalla, pero desde el presente, sin hacer un flashback. Ahí fue cuando se me ocurrió la escena de la funa, que es muy reveladora de cómo el pasado, la impotencia y la falta de justicia se desencadenan actualmente.