La cantidad de personas que se acercó al escenario de Kidzapalooza superaba con creces la capacidad estimada para que todos tuvieran una visibilidad decente, pero nadie estaba dispuesto a abandonar el lugar.

Curiosamente -o quizás no tanto- el público era mayoritariamente adulto, es decir, mayores de 18 años en un amplio espectro etáreo entre los acompañantes de infantes y los niños grandes que cantaron cada tema con pasión.

La propuesta no fue muy diferente al show que presentaron hace meses en el extranjero: la historia de un homenaje televisivo en honor a Tulio Triviño, quien sufre un episodio de 'panicosis' por la presencia de su ex novia Cindy Miraflores.

A los pocos minutos de rutina musical, el noticiero a cargo de títeres se ganó a la audiencia y acabó por engancharlos definitivamente tras el anuncio de Juanín: "Tulio, te queremos dar el Premio Ícono de Lollapalooza", para luego exhibir un collage de fotos de Tulio muy similar al entregado a Miguel Bosé en el Festival de Viña del Mar.

Ya desde "Ratoncitos", perteneciente a la tercera temporada, los presentes en Kidzapalooza cantaron a coro dejando de lado si tenía 10 años o 40. Las cuatro temporadas contribuyeron con canciones en este show que se tradujo en una versión extendida del programa original.

"Y ahora, la canción favorita de Tulio de todos los tiempos", fue la presentación usada para anunciar todos los temas, y a pesar de ser repetida varias veces, las risas no disminuyeron al oír aquella frase nuevamente.

"Diente blanco no te vayas" rememoró la inocencia de la primera temporada y dio un leve giro hacia el final al tomar "Querida" de Juan Gabriel y hacer un nuevo popurrí celebrado por los espectadores entre risas y aplausos.

Más de un Bodoque y Juanín se asomaban en el mar de gente que apenas permitía ver la pantallas dispuestas al costado del escenario. Con la llegada de "Mi equilibrio espiritual", se desató toda la fuerza de los presentes y Freddy Turbina cantó acompañado de gritos eufóricos.

Fue tras este hit que comenzó el movimiento de gente en dirección contraria al escenario, pero aún quedaban ases bajo las mangas de los títeres: "Bailan sin César" convirtieron esa porción del parque en una fiesta y "El dinosaurio Anacleto" trajo de regreso la calma, pero sobretodo, la nostalgia.

El cierre no podía ser otro que "Yo nunca vi televisión" con el equipo completo sobre el escenario. El público pedía más canciones, pero tenían claro que era inútil, esa era la despedida indiscutida del noticiero más veraz de la televisión. El elemento sorpresa fue ese aire a "Bohemian Rhapsody" que tomaron prestado para cerrar de forma inolvidable.

El factor clave, es que supieron reinventar el show de tal manera que no fuera predecible ni aburrido, pero conservando los ingredientes esenciales de 31 Minutos. Desde referencias dirigidas a los más crecidos, hasta chistes simples para el público infantil, el concepto creado por Pedro Peirano y Álvaro Díaz encantó a los presentes como cada vez que suben al escenario de Kidzapalooza.