La postal ya era fija en cada edición local de Lollapalooza: una masa de gente acumulada a las afueras del Movistar Arena, el escenario que el festival destina a DJs y música electrónica, sin poder ingresar, con los guardias de seguridad intentando explicarle a la multitud, a veces poco propensa a razonar, que el lugar ya se encontraba repleto.
No tenían que pasar muchas horas para presenciar el hecho: en algunos años ya a eso de las 16 horas comenzaba a darse el aviso de que el ingreso al escenario sería restringido.
La situación es casi imposible de evitar, por lo menos mientras el grueso del género esté confinado al Movistar Arena; después de todo, la electrónica es uno de los géneros más convocantes en Lollapalooza. Pero por primera vez, el festival decidió ordenar el asunto. Este año, a las afueras del Arena, un letrero digital anunciaba el estado de capacidad del recinto. La señal estaba verde cuando se permitía el acceso, amarilla cuando se alcanzaba el 60% y una letra "x" roja anunciaba el aforo completo (que era cuando se alcanzaba el 90% de la capacidad).
Eso sí, el color amarillo no apareció. A eso de las 18 horas, tras el show del DJ Thomas Jack, y cuando ya empezaba el de Cheat Codes, la cancha se cerró, ocasionando que cientos de personas comenzaran a correr hacia las plateas, repletando el lugar. Rápidamente se activó la señal roja. Eso no fue suficiente para los cientos que se quedaron afuera, que de todas maneras permanecieron afuera del arena, repitiendo la postal de años anteriores. Espera que no era totalmente en vano: de vez en cuando, se volvía a permitir el ingreso, pero por goteo.
El resto de la jornada fue similar también a la tónica del festival: desde que el antofagastino Hedo inauguró el escenario pasadas las 13 horas, el público, en su mayoría adolescente, comenzó a llenar en masa la cancha del recinto. La jerarquía de quien se presentaba sólo se notaba por la cantidad de convocatoria, no por el recibimiento, que para todos era igual; eufórico. Bueno, no para todos. El dúo Shoot the Radio, donde toca el ex bajista de Soda Stereo, Zeta Bosio, fue observado con tibieza por un público que pareció no gustar mucho de la propuesta de los argentinos, con instrumentos y sin mezclas de canciones famosas.
Para la noche, se esperaba que el dúo Galantis cerrara el día en el Movistar, mientras que el DJ Kygo, por convocatoria, tocaría en un escenario al aire libre.