"¡¡Cuuuuumbia!!", dice la voz robótica programada.

En el año en que Lollapalooza Chile abrazó definitivamente este sonido, Pedropiedra apareció como su bandejero perfecto.

Cumpliendo 10 años como solista -antes cargaba con aventuras exitosas como CHC y Hermanos Brothers-, una de las perlas del pop nacional ahora es un hombre confiado.

Lejanos quedan aquellos días en donde la timidez lo hacía hablar poco arriba del plató, si quieres ser el tipo que hace que bailar a la gente no puedes andar de incógnito.

"Todos los días" y "Vacaciones en el más allá", dos de sus singles con más evocación al ritmo, son disparados con urgencia.

Mientras ideaba su trabajo homónimo, ese que grabó en México mientra vivía de allegado en la casa de Jorge González, no imaginó que el hastío constante que cargaba y la urgencia con la que fluyeron esas canciones podrían cimentar esta escena.

"Sin saberlo, estaba haciendo lo que por los siguientes años me daría trabajo", reflexionaba en una entrevista hace no tanto.

El del viernes fue su tercer paso por Lollapalooza y aquello hay que aprender a dimensionarlo.

"¡¡Cuuuuumbia!!", insiste el sampler.

El llamado esta vez es hipnótico y acaba con la actitud despistada de aquel que llega por primera vez a un sitio. La gente ya no pasa, la gente va a bailar con el cantante con la chaqueta rosada brillante.

Incluso la melancólica "Sol mayor" es tocada tal como fue adaptada en el EP bailable que el cantante estrenó hace pocos meses. Una reverencia al estilo. Un regalo al que llegó poco despierto.

Al coro y al silencio.

"Y ahora.. ¡Rap!". Sin mayor pomposidad y como si de una desconocida se tratase, Pedro arroja la que siempre será su canción vitalicia.

"Inteligencia dormida", el primer gran aventón del proyecto, resuena como un himno clásico y robusto.

"Tráeme un espejo a ver si puedo reconocer a ese viejo que me esta mirando", pareciera decirle a ese treintón que comenzó tímidamente ofreciendo su disco en algún bar de México.

El homenaje hecho canción al Jorge González compositor, ese personaje complejo que siempre deseó enterrar aquella caricatura forjada tras el " trío de San Miguel", cerró un set de 45 minutos con certera vocación al público.

Pedro siempre ha sido más escuchado de lo que creemos.