Josephine Vander Gucht saca una carta y explica en un esforzado español lo que acaba de pasar. "Lamentamos que nuestros instrumentos no hayan llegado. No podemos hacer nuestro espectáculo completo, con baterista, bajista y luces, pero hemos venido desde muy lejos para nuestro primer concierto en Chile, así que cantaremos algunas canciones con piano para ustedes". La noticia es desoladora para los fans que esperan bajo el sol y la tierra del Acer Stage, sin embargo eso no opaca su entusiasmo. Los reciben con un aplauso largo como queriendo expresar que no importa el formato, las ganas de verlos aún estaban.
Solo con un pequeño teclado y una guitarra acústica, Josephine junto a su compañero de banda Anthony West, comienzan su show. Están parados muy juntos el uno del otro, metros más a la derecha que a la izquierda del escenario. Un cuadro muy minimalista que aún así logra transmitir todo al público.
En ese momento no necesitan más. Como ya lo habían demostrado, el estilo vocal al unísono es lo bastante atractivo como para mantener emocionados a todos los presentes, coreando cada estrofa de la canción. No desafinan en ningún momento y aunque faltan elementos de su show, no parece hacerles tanta falta en realidad.
Para los que no conocen al dúo, la imagen de ellos en este formato acústico y calmado les parece muy natural. Aún no se han dado cuenta del problema hasta que Josephine lo vuelve a mencionar. "Esta es una canción que normalmente haríamos con todos nuestros instrumentos, pero decidimos hacer una versión con un estilo jazz solo para esta ocasión" adelanta.
El público vuelve a ovacionar. Algunas adolescentes lloran cerca de la reja. "Ultralife" es la canción que provoca más respuesta del público y además es el nombre de su último disco. En él, hablan de la relación entre las personas y la conexión humana. Y esa es la causante de que salgan a escena, independiente de todos los errores técnicos e independiente que, ya pasados unos 15 minutos, el repertorio acústico estaba agotando todos sus recursos.
Motivados dentro de su estilo de fogata playera, sus voces son tan afinadas que es un deleite para sus fanáticos. Uno que acaba muy pronto y que deja a todos con la sensación de que algo muy malo debe estar pasando. Porque no han tocado más de cinco canciones y el grupo ya comienza a despedirse para no volver .
Si duda el pop que caracteriza a Oh Wonder no fue el protagonista de su fugaz paso por Chile, pero, con todo en contra, tampoco es protagonista el caos de los instrumentos perdidos o el hecho de que tuviesen que acortar el show. El sutil momento a capela que vivieron por cortos minutos ellos y sus seguidores fue lo bastante fuerte como para predominar sobre lo malo. Al final, salieron a flote, y ganaron un respeto justificado.