Era mediados de los noventas y en un liceo de Curicó, tres adolescentes comienzan a dibujar un sueño tocando covers de los grupos del momento y tratando de buscar una identidad que los diferenciara en ese mundo de quimeras.
La añoranza suena al cliché prematuro de ser un rockero reconocido, recorrer el país entregando canciones y llenar páginas de revistas especializadas.
Pero para eso tuvieron que pasar 20 años de independencia, superar con creces el piso del under y editar dos discos hechos a pulso. La clave nunca está en rendirse.
Si tuviéramos que nombrar solo uno de los beneficios que significa actuar en el primero de los bloques de un festival -casi siempre reservado para un crédito nacional- es que todos los que llegarán a verte son unos convencidos.
La gente llega, se acerca, se interesa.
El sexteto aparece ya con la adrenalina arriba. Solo ayer, tan solo ayer, se presentaron con éxito en el Vive Latino México.
Pasar su vida entre hoteles y aviones es algo que se está haciendo realidad.
Entonces nos acordamos que el rock de raíz de Kuervos del Sur es uno de los escasos créditos rockeros nacionales en la octava edición del Lolla en Chile.
Si otros nombres más ligados al pop suman su tercera y hasta cuarta participación en el formato, para los curicanos es esta una ocasión irrepetible para ir completando sus propios anhelos.
Ya lo consiguieron antes reforzando el cartel de festivales como Santiago Rock City, Frontera y Rock en Conce o haciendo fechas a tablero vuelto en teatros como el Cariola y Teletón.
Ahora lo consiguen volviendo al Lolla sólo dos ediciones después de su debut pero esta vez como unos consagrados del género.
El set es corto. 45 minutos que ocupan para repasar principalmente El vuelo del pillán, el premiado disco que lanzaron en 2016.
El aire andino de "El árbol del desierto" provocó el primeros de los estruendos.
"¡Olé, olé, olé, olé, Kuervos, Kuervos!". Surgió espontáneo. Un poco de aire rockero al medio día.
Aquello no impide que se deje espacio para los agradecimientos figuras que les abrieron el oficio de ser músico.
Una electrizante versión de "Afuera", clásico de loa mexicanos Caifanes encendió a los más entendidos.
"Venimos llegando desde allá, trajimos toda esa energía", se explican al final para dar paso a otra celebración del estilo.
"Aguila Sideral", la hipnótica pieza que Los Jaivas grabaron en la época más fructífera de su carrera, emerge como tributo a unos que el viernes también la recrearon en ese mismo escenario.
Para cuando empezó a sonar "Cenizas", probablemente el himno más reconocible del sexteto y el tema que mejor los sintetiza como banda, los agradecimientos del público hacia la performance del sexteto se hicieron pocos.
Y es que cuando el humo se esfuma y los restos del fuego se adhieren a la tierra recién se dimensiona lo ocurrido.