Fue el proyecto cultural más ambicioso del gobierno de Salvador Allende. Un caso atípico y sin precedentes en el mundo, que permitió dar forma a una de las colecciones de arte más importantes de América Latina: el acervo del Museo de la Solidaridad, que hoy asciende a más de 2.700 piezas, fue erigido gracias a la donación de artistas extranjeros y nacionales que quisieron dar una muestra de apoyo a la Unidad Popular y su vía chilena al socialismo.
La idea surgió en 1971 en el marco de la llamada Operación Verdad, un encuentro de intelectuales que buscaba fortalecer el mandato allendista, en el que participaron personalidades como el crítico español José María Moreno Galván y el pintor italiano Carlo Levi. Ambos, junto al crítico brasileño Mario Pedrosa, fueron algunos de los que echaron a andar el proyecto museal que tomó forma más rápido de lo esperado: en un año habían logrado reunir más de 400 obras de artistas como Joan Miró, Frank Stella, Alexander Calder, Lygia Clark y Roberto Matta.
Todo iba según lo planeado: mientras piezas de Europa, Norteamérica, Asia y América Latina se alistaban para embarcar a Chile, llegaban más obras y cartas con ofertas de donaciones. Esos exitosos avances del proyecto se exhibieron por primera vez en mayo de 1972 en el Museo de Arte Contemporáneo de Quinta Normal. La fecha fue estratégicamente planificada en el contexto de la visita a Santiago de los delegados internacionales de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas de Comercio y Desarrollo (UNCTAD III), cuyo edificio -hoy sede del actual GAM- fue lugar de acopio y exhibición de obras del Museo de la Solidaridad.
Un año después, la historia cambió. Sin lugar todavía donde albergar la colección, el Golpe de Estado encontró las obras repartidas en ese inmueble -que tras el 11 de septiembre pasó a ser sede del gobierno de la Junta Militar-, el MAC, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) y aduanas. Comenzaba el régimen militar en Chile y en medio del quiebre institucional, el rastro de muchas de las obras se perdió, otras presumiblemente fueron destruidas.
Hoy, la mayoría de las obras ha vuelto al museo, pero la reconstrucción del acervo aún no está completa. A la fecha, se desconoce el paradero de piezas de 34 artistas provenientes de Japón, Reino Unido y Rumania, cuyas donaciones fueron enviadas antes de 1973. Del envío rumano, solo se sabe que alcanzó a ingresar a la aduana de Valparaíso, luego su rastro desaparece.
Para saber la ubicación de las obras que efectivamente se encontraban en Chile al momento del Golpe, a principios de este mes el museo interpuso una denuncia en la Policía de Investigaciones (PDI). Se trata de 39 piezas de Canadá, Estados Unidos, México, Cuba, Argentina, Uruguay, España, Francia, Suiza y Rumania, entre las que figuran trabajos de artistas como Carl Andre, Luis Camnizter y Fayad Jamís.
"El inventario estaba hecho de antes", explica Claudia Zaldívar, actual directora del museo. "Pero necesitábamos corroborar en nuestros registros ciertos datos. Creamos el área de archivo en 2014, eso nos ha permitido verificar en documentos las pérdida. Tenemos documentación de respaldo que varía de caso a caso, en algunos con más información de las obras e incluso fotografías, en otras solo el nombre del artista", agrega.
Un caso emblemático es el de la escultura La niña y la paloma del artista uruguayo Armando González. El último registro que se tiene de su ubicación fue realizado por el español José María Berzosa, quien filmó en 1976 el documental Pinochet y sus tres generales, en el que aparece la obra junto al almirante José Toribio Merino, en su oficina del edificio Diego Portales, ex UNCTAD III.
Al respecto, Zaldívar cuenta: "Antes del Golpe el edificio tenía uso cultural y por ello el museo tenía ahí una sala de exhibición y espacios de bodega para obras. De ahí la coherencia de que la escultura haya estado en ese lugar. Tenemos la sospecha de que las piezas perdidas deberían estar en algún edificio público, pero sin saber que pertenecen al museo, es decir, no estamos acusando a nadie con el dedo: solo estamos pidiendo que se haga la búsqueda de las obras por los canales correspondientes".
El regreso de 43 obras
Durante el régimen militar el museo siguió funcionando y recibiendo donaciones en el exilio -más de 1.000 obras en total- bajo el nombre de Museo Internacional de la Resistencia (MIRSA). No se hizo más rastreo de las obras perdidas hasta el retorno a la democracia, cuando volvió a conformarse en Chile, esta vez con su nombre actual: Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA).
Las primeras gestiones fueron realizadas por Carmen Waugh, directora de la institución entre 1991 y 2005. Fue ella, junto a la Fundación Salvador Allende, quien a principios de los 90 comenzó los trámites de retorno de obras en el extranjero, así como también de las piezas que habían quedado resguardadas en el MAC y en el MNBA.
El inventario de este último arrojaba que 33 obras -13 del envío de Suiza, cuatro de Estados Unidos, una de Roberto Matta del envío francés, y otras 15 del fondo latinoamericano Armando Zegrí-, seguían en sus depósitos. Waugh se puso en contacto con el museo para su devolución y entonces comenzaron una serie de tramitaciones que en 2013 retomó Zaldívar.
En medio de las gestiones, a inicios de 2016, se descubrió que había otras 10 obras en el Museo Bellas Artes pertenecientes al acervo del MSSA. Habían sido ingresadas erróneamente al inventario de su colección, y por eso varias de ellas se habían incluso expuesto en 1976 en la muestra Donaciones MNBA, sin hacer mención a su procedencia original.
Esas piezas son las que el museo de avenida República exhibirá a partir del viernes 6 de abril en Debut. 43 obras se reencuentran con su colección, muestra que celebra su retorno a la colección del museo, acompañadas de obras de dos exhibiciones hechas en 1973, donde participaron artistas como Joan Miró, Eduardo Chillida y Noemí Gerstein.
"Es una gran satisfacción para nosotros que estas obras se restituyan al MSSA", cuenta Roberto Farriol, actual director del Bellas Artes. "Hemos cumplido resguardándolas y colaborando en todo lo que fuera necesario para que este acervo finalmente se reintegre a la colección original bajo todas las normas que la Ley de Monumentos establece", agrega sobre la restitución de las 43 piezas que el año pasado fueron declaradas Monumento Nacional y entregadas al Ministerio de Bienes Nacionales, organismo que finalmente las traspasó en concesión a la fundación del museo.
Dentro del conjunto destaca una obra del estadounidense Robert Motherwell y serigrafías del japonés Tetsuda Noda realizadas en 1968. "Mario Pedrosa fue jurado de la Bienal Internacional de Grabado de Tokyo ese año, y le solicitó la donación para el museo", explica Zaldívar, que el año pasado descubrió el paradero de otras 12 piezas, custodiadas por más de 40 años por el Museu d'Art Contemporani Vicente Aguilera Cerniv (MACVAC) de Vilafamés en España. Hoy, buscan financiamiento para su repatriación a Chile.