Estilo libre: cuando Gepe le puso color
Aunque su entonación sugiere melancolía, para el lanzamiento de Estilo libre en 2015, Gepe encontró en un maridaje de ritmos nortinos y bases electrónicas, la mezcla perfecta para invitar al baile con un dejo de lamento.
Están los videos en Youtube de hace más de una década, cuando era parte del dúo Taller dejao y su aplomo tras la batería y el micrófono seducía. En Daniel Riveros, Gepe, anidaba cierta fragilidad y una actitud rotunda a la vez, como un niño que sabía muy bien qué estaba haciendo, a pesar de la sensación de desplegar un juego, una exploración lúdica a través de la música y una manera muy personal, hasta ahora singular, de encarar la melodía y angular la voz. Hoy Gepe sigue jugando pero a otra escala. El jueves por la noche después de los granizos en Santiago, presentó ante un teatro Cariola colmado de entusiastas seguidores, su álbum Estilo libre, la mejor andanada de títulos que ha compuesto en su carrera.
Aunque su entonación sugiere melancolía, Gepe ha encontrado en un maridaje de ritmos nortinos y bases electrónicas reforzadas desde un sencillo set de batería, la mezcla perfecta para invitar al baile con un dejo de lamento, una de las rúbricas de los sonidos del altiplano. El montaje fue diseñado para que la sensación celebratoria marcara el acento: gran pantalla de fondo con nítida resolución, un pequeño cuerpo de baile femenino que acompañó varias canciones, y el artista instalado al medio tras bombo, caja, tom de piso, hi hat y platillo. Gepe, que hace rato le da importancia a su imagen, detalle inherente a sus aspiraciones pop (y que en Chile no todos sus colegas comprenden), apareció ataviado con un traje de huinchas luminosas en sus extremidades. Acompañado de tres músicos desplegados en bases, guitarra, charango y sintetizador, el cuadro completo era multicolor, vívido, llamativo, como debe ser una celebración.
La seguidilla inicial se concentró en el nuevo disco. Arrancó con la fanfarria de bronces y redobles que engalana "Fiesta maestra", siguió con "Melipilla" y empalmó la pegajosa "Hambre", con el soporte de un llamativo video. La biográfica "Punto final" con alusiones a su natal San Miguel, que resuena al hip hop de la más vieja escuela, la dedicó a Jorge González. El concierto retornó al norte con la energética "Marinero capitán" y de ahí la primera estación en material previo, "Con un solo zapato no se puede caminar" de GP (2012), y luego "Libre", del mismo álbum.
Pudo ser una noche redonda a no mediar detalles, como algunas intervenciones para dar las gracias y saludos algo confusas, la participación del productor Cristián Heyne haciendo coros inaudibles en "Siempre quiero lo que no tengo", un dúo con Camila Moreno en "Invierno" donde la solista nacional parecía enemistada con las notas, y un remate algo destemplado antes de los bises, al turno de la épica "Vivir". Todo el resto fue una fiesta. La sonrisa dominaba en los rostros. En una noche de lluvia y frío, Gepe le puso color.
* Publicado originalmente en La Tercera en octubre de 2015.
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