Las imágenes aparecieron al subirle el volumen a la música y cerrar los ojos durante 13 meses. Desde luego estaban conscientes de la trascendencia del compositor austríaco Gustav Mahler (1860-1911), pero desconocían, hasta entonces, "la más personal" de sus obras: en 1907 y tras la muerte de su hija María Anna, al músico le habían diagnosticado una endocartitis bacteriana, una extraña lesión cardíaca que en pocos años iba a mandarlo tempranamente a la tumba. Para peor, las críticas a su gestión como director de la Opera de Viena -a todas luces una campaña en su contra- precipitaron su renuncia ese mismo año. Mahler estaba devastado.
Fue un amigo suyo, Theobald Pollack, quien le regaló un ejemplar de La flauta china, una antología de poemas del siglo VIII, traducidos al alemán por el poeta Hans Bethge. Aislado y sumido en la lectura de esos mismos textos, Mahler compuso un ciclo de seis canciones que juntas articulan "una sinfonía para contralto, tenor y orquesta". Pero temeroso ante la posibilidad de convertirse en otra víctima de la maldición de la novena obra sinfónica -Beethoven, Bruckner y Dvorak murieron tras componer las suyas-, Mahler la tituló "Das Lied von der Erde" (La canción de la Tierra).
"Realmente no conocíamos la obra, pero en esas partituras y textos, inspirados en la relación del hombre con la naturaleza, con sus cruces y dualidades, estaba todo el material que necesitábamos para traducir en imágenes y en nuestro lenguaje artístico una pieza tan potente como esta", comenta al teléfono desde EEUU el director y fundador de Teatrocinema (ex La Troppa), Juan Carlos Zagal.
Hoy, a las 20.00 horas, en el Walt Disney Concert Hall -un teatro con capacidad para más de 2.200 espectadores-, la compañía chilena y responsable de títulos como Sin sangre y La contadora de películas, estrenará una inédita versión de La canción de la Tierra junto a la prestigiosa Filarmónica de Los Angeles que tendrá funciones hasta este sábado 7. Encabezada por el venezolano Gustavo Dudamel, el proceso fue supervisado en la dirección musical por el pianista chileno Paolo Bortolameolli, director asistente del mismo ensamble.
De Klimt al surrealismo
En el primer cuadro musicalizado por Mahler, el tenor desafía la mortalidad con copiosas cantidades de vino. Luego, en dueto con la cantante, contempla la caída de las hojas que marca el fin de una estación vital. Al tercer movimiento, el mismo tenor regresa para celebrar la juventud, entre aguas y peces, para dar paso, en el cuarto, al coqueteo de las doncellas con un jinete. Al quinto vuelve a sumergirse en la embriaguez y, ya hacia el final, está el ocaso: el sol poniente, los pájaros dormidos, la oscuridad y el sueño.
"A la luz de las tendencias contemporáneas en la ópera y el nuevo teatro musical, donde la experiencia y la atmósfera a menudo reemplazan el papel de la narrativa, una presentación teatral de la partitura de Mahler es una idea a la que le llegó su momento", comentó el director de la puesta en escena y artista asociado a la Phil LA, Yuval Sharon, quien en 2016 quedó impresionado con el trabajo de Teatrocinema y la visualidad de Historia de amor durante una gira del mismo montaje por EEUU.
Fieles a su estilo y técnica, la versión que los chilenos estrenan hoy -junto a una orquesta de 90 músicos y la presencia de la mezzosoprano canadiense Tamara Mumford y del barítono estadounidense Russell Thomas- dejará caer dos grandes pantallas sobre el escenario. "Dejamos fluir nuestros pensamientos y emociones libremente y a partir de la propuesta literaria y musical de Mahler", dice Zagal, quien trabajó en la adaptación con Julián Marras, Montserrat Quezada, Sofía Zagal, Vittorio Meschi y Max Rossenthal, todos miembros de la compañía también integrada por Laura Pizarro.
La primera parte se inspira en una pintura romántica, la segunda en las obras de Gustav Klimt, la tercera en un jarrón chino, la cuarta en las películas de Georges Méliès, la quinta en el origami y la última en el arte surrealista. "Tiene mucho de la cultura asiática y, sobre todo, humor", dice el director chileno.
Bortolameolli le sigue: "Pretendíamos alcanzar una organicidad total, y uno de los fenómenos más bellos que se dio fue que el punto de partida, que era la partitura, dio un giro en su viaje al pasar por el filtro de Teatrocinema", dice. "Ellos entregaron su propuesta visual de la obra, alterando de alguna forma su prisma musical y desatando una revolución en los tempos para generar un baile entre todos los elementos presentes en el montaje", añade.
A Gustavo Dudamel, sin embargo, los integrantes de Teatrocinema lo conocieron recién este martes, cuando el director llegó a hacerse cargo de los últimos ajustes y ensayos previos al estreno.
"Es parte del proceso, y la verdad es que ha sido muy armónico. Aquí todos opinamos desde nuestro lugar y estamos en diálogo constante", comenta Zagal, que además se refiere a sus intenciones de reeditar la puesta en escena y traerla a Chile, esta vez bajo la dirección general de Bortolameolli: "Tanto él como nosotros sentimos el deber de que esto se vea en nuestro país. Gracias a la labor de la Fundación Teatro a Mil estamos viendo la posibilidad de conseguir sala y sponsors, pues queremos mostrarle al público esta experiencia que hemos vivido y que ha sido un viaje intenso, desde lo musical hasta esto que hemos llamado un acto poético", concluye.