"La verdad en el drama es siempre difícil de alcanzar", leyó Harold Pinter (1930-2008) en su discurso frente a la Academia Sueca el día en que recibió el premio Nobel de Literatura, en 2005. Escueto y reacio a dar entrevistas, el fallecido dramaturgo y poeta inglés sentía, como pocos, el peso de sus palabras.
Ya todos sabían que Traición, su obra estrenada en 1978, había adoptado el color de una fragmentada y breve autobiografía: entre 1962 y 1969, mientras estuvo casado con la actriz Vivien Merchant, Pinter mantuvo una relación oculta con Joan Bakewell, periodista y esposa de Michael Bakewell, su amigo y quien había dirigido varias de sus obras en la radio.
Decidido a exculparse, el autor decidió escribirlo y contarlo todo, aunque arropado en ficción. Así apareció la historia de un triángulo amoroso que puso de manifiesto el uso enfermizo de la mentira para barrer con la amistad, el amor, los ideales y el compromiso. Tras dirigir el mismo texto en 1994 -con Coca Rudolphy y Francisco Melo-, una nueva versión de Traición protagonizada por Kiki Rojo, Jaime Mc Manus y Alberto Ellena debuta mañana en la sala La Comedia a cargo de Willy Semler (1954).
"Somos completamente fidedignos al texto porque la obra es perfecta", dice el actor, quien no dirigía desde 2015, cuando estrenó Tres tristes tigres de Alejandro Sieveking. "Es uno de los textos mayores de Pinter, y no tanto por la confusa cronología en que se narra, que aun siendo novedosa no lo es tanto para él, sino porque tiene una pata en el realismo y otra en el absurdo del lenguaje. Y para mí, que soy un stanilavskiano ortodoxo y amante del realismo, no deja de sorprenderme la inconsecuencia que existe aquí entre la palabra y la acción de sus personajes", agrega.
La historia retrocede desde 1977 a 1968 y viceversa: Robert (Ellena) está casado con Emma (Rojo), pero durante un viaje por Venecia él descubre que Jerry (Mc Manus), un viejo amigo suyo y cercano al matrimonio, es el amante que su mujer ha ocultado por años.
"Una premisa que me ronda siempre en la dirección de actores es la de que todos los personajes tienen una redención", comenta Semler. "Ni en Brecht puedes hacer juicios de tus personajes, solo darles vida. Como el enfermo Hitler que Bruno Ganz interpretó en La caída (2004), o Nelson Villagra en El Chacal de Nahueltoro, cuando el juez le dice: 'Mataste a la mujer porque estabai curao y teníai rabia, pero ¿por qué mataste a los niños, animal?' Y él le contesta: 'Para que no sufrieran los pobrecitos'. Acá es igual, porque el texto te saca de la tipología del bueno y el malo. Son ante todo humanos", agrega el actor, quien el 7 de noviembre protagonizará ¿Quién teme a Virginia Woolf? de Edward Albee en el Mori Bellavista, bajo las órdenes de Pablo Halpern.
Fanático confeso de los clásicos del siglo XX, Semler cree que "a diferencia de los autores renacentistas, como Marlowe o Shakespeare, estas temáticas aún frescas las enfrentamos de manera más lineal y sin tanta decodificación". En ese sentido, agrega, "esta y otras obras, como Quién le teme a ... no están en un terreno ajeno y por eso vuelvo a ellas, porque son socavones que siempre están latiendo en algún lugar cercano".