Debuta Tribus, la obra que indaga en las taras de la comunicación
Tras exitosas versiones en Londres, Broadway y Buenos Aires, el viernes llega al Teatro UC el texto de la británica Nina Raine, bajo la dirección de Manuela Oyarzún.
Oímos más de lo que vemos en esta familia, que bien podría ser chilena o de cualquier otro lugar del mundo. Oímos, sobre todo, los alardes con aires de intelectualidad del padre, un insoportable académico y escritor obsesionado con el uso más pulcro del lenguaje. Con menor intensidad, oímos también los tartamudeos de su mujer y dos de sus hijos, sobreexigidos por la tiranía patriarcal. Pero en uno de los rincones de la misma casa, acaso el único donde habitan el silencio y las emociones más genuinas, podemos ver a Willy, el tercer hijo y hermano, esforzándose por leer los enfurecidos labios del resto.
Desde su estreno mundial en 2010, sobre el escenario del prestigioso Royal Court Theatre de Londres, Tribus, la segunda obra de la dramaturga y directora británica Nina Raine (1975), cautivó y remeció a la crítica por su irónico análisis de la comunicación moderna y sus deficiencias al convertir a su protagonista, el mismo muchacho de poco más de 30 años, en un sordomudo criado en el seno de una familia verborreica y que ha dejado de oírse a sí misma. "El gran mérito de esta obra es dramatizar sobre algo que es muy difícil de entender si no se tiene una experiencia personal para hacerlo", anotó el periódico inglés The Guardian.
Dos años más tarde y ya convertido en un éxito de cartelera en su país, el texto hizo su flamante debut en el Barrow Street Theatre del off-Broadway estadounidense, donde obtuvo el premio Drama Desk a la Mejor obra de ese año. Y en 2015, en el Teatro La Plaza de Buenos Aires, el reconocido director argentino Claudio Tolcachir estrenó su propia versión de la obra, protagonizada por el actor chileno Patricio Contreras. Las críticas volvieron a favorecerle entonces, según se lee en el diario La Nación: "El sarcasmo, la acidez, la sensibilidad, pero sobre todo la empatía que provocan los personajes, son las claves de esta historia".
Este viernes 4 de mayo y con algunas variaciones en el texto, nada más para acercarlo a nuestro país y su jerga, el Teatro UC estrenará una puesta en escena de Tribus dirigida por Manuela Oyarzún, y con un elenco encabezado por el actor y también dramaturgo Pablo Manzi (en el rol de Willy), además de Tamara Acosta, Mateo Iribarren, Nicolás Zárate, Andrea García-Huidobro e Ignacia Baeza.
En su congénita condición, no ha sido fácil para Willy lidiar ni mucho menos seguirle el ritmo a las exigencias de su padre (Iribarren). Pero desde que conoce a Sylvia (Baeza), una chica que hace algún tiempo comenzó a perder la audición y quien lo inicia en la lengua de señas, el joven sufrirá una revolución interna que lo hará reaccionar y defender ante el resto y a toda costa a otros como él.
"La dramaturgia propone un enfrentamiento y verdadero conflicto entre dos formas de comunicación, la verbal y de señas, que a veces no son tan fáciles de combinar en nuestra sociedad", opina la directora. "De alguna forma la discapacidad auditiva se ha configurado al interior de las personas que la tienen como una cultura, y para poder insertarse en esta sociedad han tenido que construir su propio lenguaje y son super unidos en eso. Es como si hubiesen armado su propia tribu, de ahí el nombre de la obra", agrega.
La historia corre en dos planos paralelos: al interior de la casa familiar, donde podemos oír hasta el hastío las nimiedades del padre y dos de sus hijos -Daniel (Zárate), quien aspira a convertirse en académico, y Ruth (García-Huidobro), una joven que sueña con convertirse en cantante de ópera-, y, muy cerca y casi dividido por una línea invisible, el universo en el que Willy y Sylvia le hacen frente al mundo de los ruidosos por medio de señas. En su primera temporada, en el Teatro UC, las funciones de los miércoles serán subtituladas para público no oyente.
Para el actor Mateo Iribarren, en tanto, "el texto entra en el tema de manera oblicua, lo cual lo hace interesante, porque no es obvio ni mucho menos compasivo", dice. Y agrega: "Lo que vemos es a una familia que no se entiende, incluso hablando el mismo lenguaje. Hay un problema generacional ahí, quizás de clase también. Hoy en día, en que nos cuesta menos enviar un mail o un WhatsApp, el lenguaje está muy sectorizado y lo que se dice y cómo se dice va cambiando a través de los tiempos, dejando a varios atrás y con la duda constante. Yo creo que el valor de esta obra es enfrentar una realidad que nos es tan lejana como la de los sordomudos para darnos una verdadera lección de cómo debería darse, naturalmente, la comunicación entre dos o más personas", concluye.
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