Simón (Nick Robinson), el protagonista de esta historia, comienza su relato aclarando que es un adolescente común, lo único que lo diferencia es el hecho de ser gay y mantenerlo en secreto. Esto lo lleva bien oculto hasta que en el blog del colegio otro estudiante -que firma con el nombre de Blue- confiesa desde el anonimato que es gay. Simón rápidamente crea una cuenta falsa de correo y comienza así una relación epistolar electrónica con el misterioso compañero. Menester es que todo se complique (no demasiado), y nuestro protagonista vea peligrar su intimidad.

Yo soy Simón es la apertura de Hollywood a tener un protagonista gay en una cinta de estudio. Por lo mismo, todo en la historia está edulcorado para no herir o incomodar a nadie. El protagonista es un ejemplar chico blanco, con padres lo rebuena onda y amigos cariñosos y multiétnicos. Esta cinta es el retrato de miniconflictos, minipeleas y minidramas familiares que conllevan a los necesarios "grandes descubrimientos personales". Todo es políticamente correcto y el filme no corre ningún riesgo, pero no por eso el resultado es malo. Con un buen desempeño de Nick Robinson en el rol protagónico, un soundtrack perfecto y ligereza en el tratamiento de un tema que para muchos es casi tabú, Yo soy Simón demuestra que entiende perfecto la fórmula en la que está trabajando, aunque quizás no tanto el mundo que relata, pero es un comienzo para la pacata industria.