Paul Auster y John M. Coetzee son autores convocantes. Sus lectores los siguen y las filas ante cada actividad pública que realizan son numerosas. Sin excepción a la regla, así fue la presentación del documental Aquí y ahora, basado en el libro homónimo escrito por ambos, la semana pasada en Argentina. La sala colmada del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) aplaudió eufórica el ingreso de los escritores. Los acompañaban Teresa Costantini, directora del filme; Soledad Costantini, directora del departamento de Literatura del museo, y la escritora Anna Kazumi Stahl, que al término de la proyección moderó la charla. Las luces se apagaron y ya sólo importaba lo que se vería en la pantalla.

Imágenes de una Nueva York nevada y brumosa contrastan con las del verde de la campiña del sur de Francia. La música de un tango suena de fondo. Mientras Auster camina sobre calles completamente blancas, su colega y amigo J. M. Coetzee se calza un casco y sale a pedalear entre sembrados y viñedos. Invierno y verano. Miles de kilómetros los separan. Ese ir y venir entre geografías, también es un ir y venir de sus propias voces leyendo las cartas, es el hilo que teje el documental Aquí y ahora.

Se los ve en sus espacios personales de creación: sus escritorios, mientras Auster escribe en su querida Olympia, Coetzee lo hace en una laptop negra. Hay imágenes de Montevideo, del día de la presentación en la Feria del Libro de 2014, en Buenos Aires. Los autores hicieron esa vez una lectura pública de las cartas, y es el único momento en que aparecen juntos en el filme.

Costantini agradeció a Auster y Coetzee su apoyo al proyecto, que fue retribuido por el sudafricano: "Los escritores no hacemos otra cosa que sentarnos sobre los teclados, y hacer una película con ello es un gran logro".

Los autores visitaron Argentina para participar de la 44º Feria del Libro Internacional. Mientras Auster vino tres veces a Buenos Aires y se lamentó no hablar bien el español para comprender mejor su cultura; Coetzee dijo conocer "el lado menos afortunado de la ciudad y otras partes del país"; el escritor tiene una relación especial con los argentinos, ya que en la Universidad de San Martín se imparte la Cátedra Coetzee: Literaturas del Sur, dirigida por él.

Amigos epistolares

Aunque estaban en contacto y se leían mutuamente, recién fue en febrero de 2008 cuando Paul Auster y J.M. Coetzee se conocieron personalmente en el Adelaide Literary Festival, en Australia. Poco después, el escritor norteamericano recibió una carta de Coetzee proponiéndole embarcarse en un proyecto común en el que "podamos sacarnos chispas el uno al otro". Y así fue. Sabiendo de antemano que se publicarían, se enviaron de una a tres cartas por mes, durante tres años. Los temas eran aleatorios, no se impusieron ninguno, serían temas que los atravesaran a los dos.

En el documental van leyendo fragmentos de sus cartas sobre el amor, la política, el ajedrez, la paternidad, la economía, las malas críticas, hasta sobre la lengua inglesa, pero el hilo conductor con el que Teresa Costantini decidió narrar el filme fue el de la amistad.

"Nosotros hemos compartido muchas cosas, pero no necesariamente esto significaba que nos íbamos a querer. Nos entendemos bien, y el por qué realmente es un misterio", dijo Auster, ante la pregunta sobre su amistad con el ganador del Premio Nobel de Literatura. "Al igual que en las relaciones eróticas, no sé si es bueno preguntarse tanto por qué uno es o no es amigo", contestó Coetzee.

Con cierto humor, Paul Auster reveló: "Fue un proyecto curioso, fue muy placentero, de pronto me encontraba hablando de algo con John en mi cabeza, como si fuera un amigo imaginario", y se dirigió a al autor de Elizabeth Costello diciéndole: "Te convertiste en mi otro yo ausente, algo que no me había pasado nunca".

El epílogo de esta amistad, que surgió inesperadamente, lo escribieron ellos mismos. En una de las cartas Auster le dice a su colega: "Te considero un amigo, un amigo verdadero, y lo último que quiero en el mundo es que perdamos el contacto". A lo cual Coetzee replicó: "Por supuesto que somos amigos de verdad. Y hasta podemos ser hermanos de sangre si quieres. La próxima vez que nos veamos podemos hacer una de esas ceremonias de mezclar la sangre".