Andy Warhol dijo alguna vez que nacer es como ser secuestrado y luego vendido como esclavo, y más allá de lo cierto de esa frase, el hecho es que por alguna razón, el ser humano esconde una obsesión algo perversa por las historias sobre ese tipo de encierros. Más si hay robos y sangre de por medio, y más todavía si las cosas salen mal, como en Tarde de perros (1975), de Sidney Lumet, o El plan perfecto (2006), de Spike Lee, dos clásicos del subgénero. Si a esa fórmula se le suma un grupo de malhechores que no se conocen entre sí y que usan alias raros como en Perros de la calle (1992), el debut de Quentin Tarantino en el que los criminales se llaman "señor Naranjo" o "señor Rosa", no extraña que un resultado de esa ecuación pueda ser una de las series más vistas del último tiempo. Es el caso de La casa de papel, la producción no anglosajona más exitosa de Netflix.

Uno de sus directores, el uruguayo-cubano Alejandro Bazzano (1963), confirma que detrás del fenómeno está la influencia del storytelling hollywoodense: "Uno de nuestros grandes aciertos fue haber llevado a la pantalla chica una temática que se ha visto mucho en el cine: los atracos a bancos con secuestros. Las películas de Lumet y de Lee fueron referencias importantes, pero también hay en su espíritu mucho de Tarantino y de esa mezcla maravillosa de drama con humor y absurdo, de combinar diálogos cotidianos con situaciones de un dramatismo exagerado", cuenta el cineasta, que será el invitado especial del Festival de Cine Europeo, que cumple dos décadas y comienza el 22 de mayo.

Bazzano, que reside en Madrid desde 2002, se formó en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, tras lo cual volvió a Uruguay -país de su padre- para trabajar en publicidad, docencia, y realizar documentales, series y una película policial para la TV, Subterráneos (1996), que fue un hito en Uruguay y que le permitió dar el salto a la industria española. Ahí, se convirtió en unos de los directores de series más exitosos, y tras filmar Mar de plástico (2015-2016) llegó a sus manos La casa de papel.

La historia gira en torno a un robo a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España meticulosamente ideado por un genio misterioso que se hace llamar "El Profesor", quien junta a un puñado de criminales para ejecutar el plan, con la condición de que no corra ni una gota de sangre durante el secuestro. Los bandidos, que llevan nombres de ciudades como Berlín o Tokio, terminarán mostrando sus lados más débiles durante el atraco: sexo, traición, celos y luchas de poder ponen en peligro el éxito de la empresa. La serie se estrenó por la televisión en España el 2017, pero el estallido de audiencias vino cuando Netflix la compró y exhibió en todo el mundo: por más de seis semanas fue lo más visto de la plataforma, se convirtió en una de las búsquedas más populares del portal IMDb y las máscaras de Dalí que llevan los asaltantes se venden hoy en todo el mundo.

"El éxito nos pilló bastante por sorpresa y no esperábamos una repercusión así", dice. "Creo que tiene que ver con las características propias de la serie, ya que tiene detonantes que provocan una identificación muy grande con la historia y los personajes. Por ejemplo, en el inconsciente de todos nosotros existe un poco el espíritu de Robin Hood, de robarle a los poderosos sin dañar a nadie, como en los protagonistas. También está relacionado a las plataformas streaming, donde puedes darte una paliza de un montón de capítulos. Eso ha cambiado totalmente al espectador de ficción. La casa de papel es un producto para un público amplio, sobre todo para gente joven, que ve más series online".

El director, que por estos días filma un nuevo proyecto en el norte de España, lleva décadas trabajando en thrillers y policiales, géneros que están entre los más populares hoy. "El suspense y la acción me apasionan, y desarrollar ficciones de género siempre es un reto interesante, porque hemos visto miles de películas y series, y eso hace mucho más difícil innovar en ese lenguaje y cumplir con las expectativas tanto tuyas como de los espectadores", asegura Bazzano, en cuyos planes está dirigir una película sobre el boxeador uruguayo Alfredo Evangelista, que peleó contra Muhammad Ali.

Dice que no ha perdido contacto con la producción audiovisual del continente. De Chile destaca series como El reemplazante y Los archivos del cardenal, y también el cine de Sebastián Lelio y Pablo Larraín. Bazzano vivió en Santiago de niño porque su madre es chilena, pero su familia regresó a Uruguay al comienzo de la dictadura. "Cada cierto tiempo paso por allá porque mi madre volvió a vivir a Santiago. Eso sí, la ciudad que conocí no tiene nada que ver con la de hoy. Me acuerdo de un Chile más amistoso, más abierto, más pueblo. Era otro Chile".