Marcado por el espíritu del movimiento #MeToo y quienes abogan por la igualdad de las mujeres al interior de la industria del cine, el glamoroso Festival de Cannes y su edición número 71, que culminó ayer, probablemente pasará a la historia como una de las versiones más políticas, incluyentes y, por qué no, feministas en su historia. Que la actriz y ganadora del Oscar Cate Blanchett presidiera el jurado de la Selección Oficial, así como que diez cineastas compitieran por la codiciada Palma de Oro, además de la marcha liderada por mujeres que durante la jornada se tomó las calles aledañas al famoso Palacio de Festivales de la Costa Azul francesa, son pruebas suficientes de lo ya dicho.
El eco femenino se hizo oír incluso durante la ceremonia de premiación y clausura: bien avanzada la tarde, la actriz y directora italiana Asia Argento (1975, María Antonieta) subió al escenario de la Sala Lumière para anunciar al gran ganador de la competencia, no sin antes dedicar palabras en contra del productor Harvey Weinstein y relatar el ya conocido episodio ocurrido hace más de dos décadas, en el mismo certamen:
"En 1997, fui violada por Harvey Weinstein aquí en Cannes", confesó la actriz. "Tenía 21 años. Este festival era su terreno de caza. Quiero hacer una predicción: Harvey Weinstein nunca será bienvenido aquí de nuevo. Vivirá en desgracia, opacado por una comunidad que alguna vez lo acogió y cubrió sus crímenes. Incluso esta noche, sentados entre ustedes, están aquellos que aún deben ser acusados por su conducta, que no pertenece a esta industria, a ninguna… Ustedes saben quiénes son y, más importante, nosotras sabemos quiénes son, y no vamos a permitirles salir impunes", agregó.
Inmediatamente después se anunció el palmarés seleccionado por el jurado, que incluyó a figuras como Kristen Stewart, Léa Seydoux y Ava DuVernay. Así, Shoplifters, la cinta del director japonés Hirokazu Koreeda (1962), cinco veces nominado previamente y Premio del Jurado en 2013 por De tal padre tal hijo, fue la gran ganadora de la prestigiosa Palma de Oro, por "continuamente definir y redefinir lo que el cine es", en palabras de la presidenta del jurado, Cate Blanchett.
Koreeda era uno de los nombres que aparecía con mayor fuerza en las quinielas de premios de esta edición. La cinta, un crudo drama familiar por dondequiera que se le mire, arranca con el ya habitual robo de Osamu y su hijo en una tienda, cuando ambos se encuentran con una niña que parece estar sola. Al principio dudan si albergarla o no, pero la esposa de Osamu acepta cuidarla tras enterarse de las dificultades que enfrenta y a pesar de los propios líos económicos. "Esta es mi película más social", dijo el realizador japonés una vez sobre el podio.
Menos previsible, en cambio, fue la premiación del cineasta afroamericano Spike Lee (1957), quien se quedó con el Gran Premio del Jurado por su ácida comedia BlacKkKlansman. Ambientada en 1979, la historia le sigue los pasos al policía negro Ron Stallworth (interpretado por John David Washington, hijo de Denzel Washington) y a un detective judío (Adam Driver) que se infiltran en una célula del Ku Klux Klan (KKK) en Colorado, y en una clara resistencia a Donald Trump.
Lee, quien se negó a llamar al presidente estadounidense por su nombre, tuvo la "oportunidad de decir que lo nuestro es el amor y no el odio" y lo criticó duramente por no haber denunciado al KKK. "Era un momento decisivo y él pudo haberle dicho a Estados Unidos y al mundo que somos mejor que eso", afirmó.
La directora libanesa Nadine Labaki (1974, Caramel), en tanto, obtuvo el Premio del Jurado por su tercer largometraje, Cafarnaúm. Con una dantesca Beirut como telón de fondo, el protagonista y su familia pertenecen a la masa de refugiados que intenta sobrevivir al mismo infierno, y en una historia que hizo llorar a Cate Blanchett. Así y todo, su premiación ayer pareció más una medalla de bronce que otra cosa, pues volvía a alejar la posibilidad de una Palma de Oro femenina: la que recibió Jane Campion en 1993 por El piano, sigue siendo la única en 71 versiones de festival.
Invenciones y retornos
Otro que alteró los pronósticos fue Jean-Luc Godard. A sus 87 años, el director franco-suizo hizo un retorno magistral a Cannes con su nueva película, El libro de la imagen, por la que recibió una Palma de Oro especial e "inventada" especialmente por el jurado para reconocer "a un artista que hace avanzar el cine". A pesar de los cruzados debates tras la proyección del filme, y del que posteriormente se supo que se verá solo en televisión, la rueda de prensa del ausente Godard desde su casa y vía FaceTime fue uno de los momentos más distendidos de este Cannes que acaba de concluir.
"Se parece un poco al fuego de una ametralladora", bromeó Godard mientras los periodistas se acercaban al micrófono para hacerle preguntas.
También volvió a dejar su estela el director polaco Pawel Pawlikowski (1957), ganador del Oscar a la Mejor película extranjera en 2015 por Ida. Esta vez, con Cold War, acaso el título de corte más clásico en competencia, el realizador se llevó el premio al Mejor director por una historia de amor rodada en blanco y negro y "basada libremente en la relación de mis padres", según dijo.
En los premios a Mejor actriz y Mejor actor no hubo grandes discusiones ni ausencias: la actriz kazaja Samal Yeslyamova, protagonista de la cinta rusa Ayka, se impuso con su demoledora interpretación como una inmigrante que lucha por sobrevivir en un Moscú hundido en la nieve y la corrupción. Mientras que el italiano Marcello Fonte, de Dogman, el filme de Matteo Garrone, se quedó con el premio a la mejor actuación masculina por un rol que, en palabras del director, fue tan acertada como "un moderno Buster Keaton".
Por último, la falta de deliberación -o exceso de obstinación- por parte del jurado, se tradujo en la compartida categoría al Mejor guión, que recayó en la italiana Alice Rohrwacher por su Lazzaro Felice, y al mismo tiempo en el iraní Nader Saeivar por Three faces, dirigida por su compatriota, el cineasta Jafar Panahi.