Venía de visitar San Pedro de Atacama; sus llamas, las termas de Puritama y hasta el observatorio Alma, el mayor centro astronómico del planeta. Fue precisamente allí, rodeado del más profundo silencio en el norte de Chile, donde el artista chino Ai Weiwei celebró el pasado jueves 17 su cumpleaños número 61, y en compañía de su hijo Lao Ai, una asistente personal y el curador brasileño Marcello Dantas. Porque aunque su biografía oficial en Wikipedia y las otras tantas que circulan por la web insistan en que nació en Pekín el 28 de agosto de 1960, quienes siguen su vida y sus pasos por el mundo a través de las redes sociales saben bien que su fecha de nacimiento es esa y no otra.

Pasadas las 8 de la tarde de ayer, y tras esa fugaz visita por las inmensidades del desierto chileno, el artista y uno de los máximos exponentes de la escena contemporánea abrió oficialmente su primera gran muestra en el país, Inoculación, que hasta el 9 de septiembre estará abierta al público en CorpArtes, donde horas antes presentó su película Marea humana (2017).

Bajo los pilares del histórico edificio del Archivo Nacional ubicado en calle Miraflores, los mismos que Weiwei ha revestido con miles de salvavidas originales de refugiados que cruzaron el Mar Mediterráneo en su instalación Paso seguro, el creador radicado en Berlín posó nuevamente ante las cámaras y tuvo palabras para sus fanáticos y asistentes, entre los que se encontraban Francisca Florenzano, directora ejecutiva de CorpArtes; Alejandra Pérez, ministra de las Culturas y Emilio de la Cerda, subsecretario del Patrimonio.

Su provocadora y pública obra, en tanto, exhibida antes en Berlín y Yokohama, en Japón, se mantendrá a la vista de los miles de transeúntes que pululan por el centro de Santiago hasta el próximo 24 de julio.

Un grito de esperanza

En el mundo hay más de 65 millones de refugiados, más que nunca desde la Segunda Guerra Mundial, y Ai Weiwei parece no olvidarlo jamás: acaso eso explique que la obra más imponente de la muestra sea Ley de viaje (Prototipo B), una gran estructura negra e inflable en PVC reforzado con que evoca los botes utilizados por los refugiados que intentaban llegar a costas europeas, y que actualmente se encuentra en la sala del Centro Cultural de CorpArtes.

Organizada por Magnetoscópio (productora cultural creada por Dantas), Fundación CorpArtes y Moneda Asset Management, Inoculación es anunciada en las afueras del mismo edificio emplazado en la comuna de Las Condes con una estructura compuesta por 1.254 bicicletas de acero de su obra Forever Bicycles (2015). Calificada además como "un grito de esperanza" tras su paso por Buenos Aires, la muestra incluye también un recorrido con más de 30 piezas, varias de las más emblemáticas que ha creado el activista por los derechos humanos en la última década.

"China produjo el mito. Cuando el gobierno lo silenció, la prensa en todo el mundo le dio una visibilidad impresionante", dijo en una entrevista, días atrás, el curador Marcello Dantas, aludiendo a toda esa artesanía hecha en madera, porcelana, seda y bambú que Weiwei rescata en Inoculación, luego de crecer en la República de China "vigilada" por la Revolución Cultural maoísta (1966-1976).

"Siento que he vuelto a un tipo de origen con esta visita, al país donde estuvo mi padre (el poeta Ai Qing, quien vivió entre 1910 y 1996) y donde conoció y se hizo amigo de Pablo Neruda en 1954", contó Weiwei a Culto hace unos días. Su primera visita a Chile fue en 2013, cuando exhibió un enorme lienzo de 900 metros cuadrados dedicado a Neruda en Valparaíso, y luego en agosto de 2017, en un multitudinario conversatorio que lo tuvo también en CorpArtes.

En 111 metros cuadrados de la misma sala, ubicada en el subterráneo de CorpArtes, están esparcidas las 15 toneladas de sus Semillas de girasol, hechas a mano y en porcelana, y expuestas por primera vez en la Tate Modern de Londres en 2010. También los 2.000 cangrejos de su serie Casa de cangrejos (2015), junto a un video y fotografías que recuerdan su fallido Estudio de Shanghai, destruido por el gobierno chino en 2011.

También rinde un homenaje a su padre: en un extenso muro del montaje final de la muestra se leen algunos de sus poemas y, justo en frente, están sus diarios escritos entre 1954 y 1957. "Antes que poeta, mi padre fue un artista desplazado y excluido en su propio país", dijo Ai Weiwei la semana pasada, "(...) y su tragedia es también la mía".