Philip Roth no tuvo demasiada suerte en el cine. Su prosa torrencial le quedó siempre grande a un formato que lo trató con demasiada fidelidad. El resultado fue una serie de películas con grandes estrellas, mejores expectativas y poca sustancia.
Si hubiera que hacer un ranking de sus mejores adaptaciones, tal vez el primer lugar lo tenga aún la primera de todas: Goodbye, Columbus (1969), que llevó a pantalla su debut literario homónimo de 1959. La película de Larry Peerce además contenía la primera actuación de Ali McGraw, aquí en el rol de la atractiva y acomodada chica judía Brenda Patimkin. Su contraparte es Neil Klugman (Richard Benjamin), un universitario también judío, pero de extracción más humilde. Tarde o temprano emergen los conflictos de clase.
El mismo Richard Benjamin protagonizó El lamento de Portnoy (1972), basada en la novela del mismo nombre. El filme de Ernest Lehman fue un fracaso. Pasaron 31 años hasta que Robert Benton (Kramer vs Kramer) llevó al cine La mancha humana, con Anthony Hopkins y Nicole Kidman: otro paso en falso. Cinco años más tarde, la española Isabel Coixet dirigió la bastante mejor La elegida, basada en El animal moribundo. Actuaban Ben Kingsley y Penélope Cruz, como profesor y alumna. En el 2014, Al Pacino protagonizó Un nuevo despertar, olvidable adaptación que Barry Levinson hizo de La humillación. Dos años después Ian McGregor dirigió y actuó en Pastoral americana, discreta versión de una de sus obras cumbres. Ese año, sin mucho ruido, también llegó Indignación, muy bien criticada adaptación de la novela de 2008. Dirigida por James Schamus y protagonizada por Logan Lerman, la cinta describe la compleja inserción de un muchacho judío de Nueva Jersey en una universidad de Ohio en los 50.