En 1922, y mientras se encontraba radicada en México, la poeta y futura Nobel chilena, Gabriela Mistral, recibió por encargo de su amigo, el secretario de Educación mexicano José Vasconcelos, seleccionar prosas y poesías de autores latinoamericanos y europeos enfocadas en la educación de las niñas. Dividido en tres secciones -Hogar, Motivos espirituales y Naturaleza-, al año siguiente fueron publicados los 20 mil ejemplares de sus Lecturas para mujeres, cuyo propósito era convertirse en un texto escolar que reforzara la labor educativa y reformadora del abogado y filósofo azteca.
A 95 años de su aparición, "el libro ya hablaba entonces de una primera mirada con respecto a un cambio social desde la educación, y lo tomé como el primer texto curatorial escrito por una mujer", opina hoy el poeta y librero Sergio Parra (1963), quien en febrero pasado cerró su galería Metales Pesados. "Varios de los temas que la Mistral instala ahí, como la mujer, el hogar, el feminismo, el mundo indígena y, desde luego, la educación, siguen igual de latentes", agrega. Junto al historiador del arte Sebastián Vidal, el autor de La manoseada volverá al ruedo artístico con la muestra Narrativas - Colección Pedro Montes, que este viernes 1 de junio abrirá en el Centro Cultural El Tranque de Lo Barnechea.
Bajo la curatoría de ambos, la exposición enfrenta las obras de 16 artistas latinoamericanos recientes y contemporáneos con los textos y visiones de un puñado de autores. Ahí están, entre otras, una fotografía de Paz Errázuriz (1944) de su serie Personas, de 1988, y el Retrato de César Vallejo (2013) dibujado por la artista y Premio Nacional Roser Bru (1923). También una de las primeras instalaciones lumínicas de Iván Navarro (1972), Rustichalez (2005), y hasta el video-instalación Tantas veces Apümngeiñ (2016), del joven creador de origen mapuche Sebastián Calfuqueo (1991).
Entre las obras extranjeras, en tanto, asoman La muerte viaja rápido (2012), un parabrisas que el artista mexicano Moris (Israel Meza Moreno, 1978) adquirió en un depósito policial luego de que el automóvil al que pertenecía fuera baleado por narcotraficantes. Lo mismo con Una gran mancha negra (2011), del peruano GIancarlo Scaglia (1981), un molde de resina que retrata la violencia del Sendero Luminoso en los 90.
"Las obras son parte de la colección de Pedro Montes (dueño de la Galería D21), quien tiene una relación muy cercana con la literatura, con su editorial Pequeño Dios", cuenta Parra. "La invitación se la hizo Montes a Vidal, y luego él me convocó a participar con la idea de unir arte y literatura en una misma muestra. Ya seleccionadas las obras, trabajamos en la selección de textos que entraran y salieran de las mismas, pero que no hablaran sobre ellas, sino que hicieran tensión o se refirieran oblicuamente a ciertos temas en común. Ahí apareció ese libro que por suerte volvieron a reeditar, las Lecturas para mujeres de la Mistral", añade.
Con textos que la autora de Tala seleccionó para el mismo volumen publicado en México en 1923 (entre ellos de las autoras María Monvel y Ada Negri), además de fragmentos de las novelas Tengo miedo torero de Pedro Lemebel o Diles que no estoy, de Alejandra Costamagna, y hasta poemas de Violeta Parra (De cuerpo entero), Elvira Hernández (Arte contemporáneo) y Gonzalo Millán (La ciudad), entre otros, la muestra pretende trazar miradas críticas sobre temas de la coyuntura local.
"La violencia del narcotráfico, el mundo indígena y la segregación mapuche, el feminismo, los derechos humanos, y el Sename y la violencia infantil, son temas que constantemente nos rondan y estos artistas y autores trabajaron probablemente adelantándose a su estallido", señala Parra. Y agrega: "Lo que hace resaltar a un artista es eso, que hable sobre algo que está mirando y que no ha sido dicho en voz alta. Visto del otro lado, la obra siempre es esa voz baja que se amplifica cuando ocurren los sucesos o se enfrentan con otras miradas y lenguajes, como ocurre con esta muestra".