El último golpe de Karate Kid: simpatía por el matón
Cobra Kai es la serie más elogiada del momento y es mucho más que nostalgia por Karate Kid. Tres décadas después, los personajes de Daniel LaRusso y Johnny Lawrence se reencuentran como cincuentones, y ahora no queda tan claro quién es el bueno y quién el villano.
El Héroe es el villano. Cada historia tiene al menos dos partes. Cuando Johnny Lawrence (William Zabka) cuenta su versión de la rivalidad con Daniel LaRusso (Ralph Macchio) en Cobra Kai, la serie de YouTube que retoma la saga de Karate Kid (1984), y que ha superado en audiencia a los últimos lanzamientos de Netflix, prácticamente repite el mismo argumento de ese video que circula en Internet donde se explica que Daniel es el verdadero villano de la película, un “violento sociópata” que se mete con la ex chica de Johnny, inicia todas las peleas, busca venganza y finalmente lo derrota “con una patada ilegal en la cabeza”, como subrayaba el personaje de Barney Stinson en How I met your mother, en el capítulo donde Macchio y Zabka se interpretan a sí mismos.
Nocaut
La vida no sonríe para Johnny desde ese golpe de Daniel. De alguna manera, sigue en la lona. Tiene un trabajo de mierda, un hijo adolescente que sólo guarda rencor por su permanente ausencia, y vive en una casa digna del macho soltero que sobrevive con cervezas y comida congelada. Usa un celular listo para el museo, cree que Ratt salva y es un analfabeto digital. Sus códigos ya no encajan en el actual sistema operativo social y moral. Cuando Daniel le enrostra haber golpeado a unos adolescentes que en rigor habían dado una paliza a un chico y luego se le fueron encima, Johnny lo ve de otra forma. Él solo puso en su lugar a una pandilla de imbéciles abusadores.
Yo latero
Si en Karate Kid Johnny era un matón unidimensional, ahora sabemos que su infancia adinerada no borraba el maltrato de su padrastro. Buscó refugio y pertenencia en el karate y un instructor que se metía al bolsillo la parte filosófica del arte marcial. Johnny sólo supo de golpes y combates. Daniel en cambio comprendió el verdadero sentido de las enseñanzas del señor Miyagi (Pat Morita) -la búsqueda del equilibrio-, y se forró levantando un próspero negocio automotriz, junto con formar una familia aparentemente perfecta. Pero LaRusso arrastra un daño colateral por tanta espiritualidad. Es un latero con la intención de agradar a todo el mundo que transmite sin pausa un áurea de éxito y control.
Sin compasión
Lawrence cree en el valor de decir las cosas a la cara, y por lo mismo le cuesta entender por qué alguien se puede sentir afectado por comentarios anónimos en redes sociales. También sigue creyendo que en la vida es mejor golpear primero. "Te enseñaré el estilo de karate que me enseñaron, un método de lucha que tu generación de maricas necesita con desesperación", le dice a Miguel Díaz (Xolo Maridueña), el chico que, repitiendo la historia de Daniel en los 80 cuando aprendió a defenderse, se convierte en el primer alumno de Johnny al reabrir el dojo Cobra Kai.
Loser
La mayoría de los personajes de la serie evolucionan zigzagueantes de tal manera que siempre queda claro que nadie es bueno o malo todo el rato. Los chicos víctimas de bullying que se integran a Cobra Kai, en algún momento responden al abuso con la misma violencia. Con la corrección política en boga, el espectador queda en una posición ligeramente incómoda, porque se disfrutan las patadas y golpes de vuelta tal como cuando George McFly resolvió de un puñetazo los abusos de Biff Tannen en Volver al futuro (1985), giro del guión que en aquella época causó polémica por el mensaje implícito a favor de la violencia. Johnny, que en la secundaria era popular y atlético, ahora toma partido por los nerds y perdedores transmitiendo confianza mediante el esfuerzo físico y la disciplina.
Chica rica
Desconectado de las convenciones sociales reinantes, Johnny no compra los eufemismos y la terminología que busca eliminar el menosprecio y la segregación. Si una chica quiere aprender a pelear, debe recibir golpes. Si escucha un discurso pacifista, él está por patearle el trasero al emisario. Si un chico de su academia está gordo se lo enrostra. Si su alumno favorito le habla de la joven que le gusta, primero pregunta si está rica. Lawrence no cree en un mundo acolchado para que nadie resulte herido. La vida es un camino de tierra y no hay manera de huir del polvo y los tropiezos. Ni héroe ni villano. Sólo realista.
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